CARLOS EL GOBERNADOR

septiembre 25, 2016

Los abucheos fueron tupidos para Joaquín Hendricks, Fidel Villanueva y Arlet Molgora. El pueblo se cobra la factura y lo cobra muy bien. Roberto Borge no acudió. Se escondió en la concha de las derrotados. En el sarcófago político. Un cadavér repudiado. El tipo soberbio que jugó con las vidas de un pueblo que se hartó. Un pueblo al que le vació las bolsas para comprarle barcos a su padre ex presidiario, y su madre que nunca lo educó y fue la primera en solaparlo al grado tal que aceptó un bien robado a lado del Iberostar allá en Cozumel. Tiene quiebras en todos lados. Los burócratas están en el buró de crédito. Les robó sus descuentos creyendo que el trono sería eterno. Abandonó a los mayas y los dejó en manos ladinas que igual saquearon y dejaron morir por las plagas tropicales. Mantuvo un gabinete dedicados a beber de la euforia que produce el saqueo. Otro gabinete de facto que realizó blanqueo de dinero del pueblo y guerra sucia con nombres tan nefastos, el grupo de los innombrables. Borgista o borgistas es sinónimo de corrupción, hipocresía, abuso de poder, saqueo, soberbia, endiosamiento naco, con un séquito al que creyó leal, periodistas incluidos, que al final lo dejaron cual prostitutas buscando a otro postor. Su tío Miguel Borge Martín le tocó el látigo del desprecio. Ya sabe el viejo Borge lo que se siente ser despreciado. Cuando Mario Villanueva gana la gubernatura , Miguel Borge recibía los chiflidos en todas partes por sus ataques a los periodistas y su voraz saqueo. No pudo darles los barcos en ese entonces a su hermano y socios, pero su gris desempeño devino en atrasos para un Quintana Roo en constante crecimiento. «Protesto hacer cumplir las leyes y si no que el pueblo me lo demande». Ataviado con una guayabera blanca en el centro de la bandera, ahí está el Octavo Gobernador hablando de cuentas claras y rendición de cuentas y equilibrar el poder en Quintana Roo y darle el lugar a los mayas, con sus dignatarios presentes. El gran ausente, Roberto Borge Angulo que se fue por la puerta trasera. Ya está en el archivo de los hombres despreciados. En el extremo izquierdo y derecho hay dos Águilas. Bajo una está Carlos Joaquín y en la otra Enrique de la Madrid su anterior superior inmediato en representación de Enrique Peña Nieto. Esa parte del PRI que no lo abandona. Ninguna figura priista acudió. La fiesta era pues de los panistas y perredistas. Y su «obra» Carlos Joaquín es su trofeo. Ya sea para apuntalar Carlos a su «amiga» Margarita Zavala o para los otros egendros de la derecha, Rafael Moreno Valle o Ricardo Anaya. Es un caldo de panistas, perredistas y priistas. El prianredista. Sus dirigentes fueron al pequeño Congreso y a la explanada con toldos múltiples con una asistencia de 18 almas. No entraba ningún alfiler. Se puede decir que están codo a codo los prianredistas. Son los que cobijaron a Carlos Joaquín. Ahí llega Grago Ramírez, quien llevó a Carlos con el dirigente del PRD en ese diciembre sin padrino, Agustín Basabe. Alejandra Barrales pasa cerca de Margarita Zavala. Improvisan unas vallas humanas. Pasan aquí desfilando. Carlos es el trofeo del PAN-PRD. «Contra viento y marea», dice el gobernador. Es una toma de protesta en donde el humanismo se desparrama en los ojos de Joaquín al recordar el duro camino para llegar a ser gobernador y, la pérdida de su padre en este ínterin. Se le quiebra la voz. Se le humedecieron los ojos. Ha dicho que irá contra los que rompieron la ley. Contra los saqueadores. El golpe a Quintana Roo por el inexperto Borge será plomos para los pies del gobernador. Peticiones en manos con cayos y mantas recordándole sus compromisos están allá atrás de la zona VIP. El pueblo multicolor con sus prendas gastadas y viejas atrás. Adelante, la «casta divina» blanqueciendo el lugar. Llega otro grupo. Habrán otras formas finas de usar el poder para enriquecerse. Es otra historia que empieza. Es la era sexenal de Carlos Joaquín, el hombre.

A pesar de estar contra viento y marea, llegamos a buen puerto: Carlos Joaquín González

 

Por Enrique Huerta

Sin la presencia de su antecesor, Roberto Borge Angulo, Carlos Joaquín González asumió este mediodía la gubernatura de Quintana Roo en dos actos: el primero en el Congreso del estado y el segundo, y más emotivo, ante más de 18 mil personas en un escenario colocado frente al malecón de Chetumal.

En su discurso, el primer gobernador proveniente de la oposición resaltó que su llegada al poder se dio a pesar de estar “contra viento y marea”, en clara referencia a las trabas interpuestas por Roberto Borge para que no se diera la alternancia en el estado.

Carlos Joaquín se comprometió a luchar contra la corrupción, y, como primer paso, era el de castigar a los responsables del desfalco que sufrió la administración estatal, aunque no mencionó nombres de los responsables de esta situación.  Esto ocasionó que la gente vitoreara al nuevo mandatario.

Recalcó que su gobierno se moverá en tres ejes: el del desarrollo económico parejo, sin distinción entre norte y sur del estado, por lo cual se buscará una economía diversificada; otro eje será el de la gobernanza, justicia y preservación del estado de derecho, aspectos fundamentales para mantener la paz social, la cual no es nada sin un desarrollo económico del grueso de la población en la entidad, el cual sería su tercer eje.

El cuarto es el referente a la transparencia y a la lucha contra la corrupción, puntos en los cuales, aseguró, la entidad tiene muchos rezagos. El quinto eje es el desarrollo ordenado en las ciudades, siempre respetando el medio ambiente, además de un ordenamiento del transporte estatal, en el cual se revisará el otorgamiento de placas aunque con respeto a la autonomía sindical.

Carlos Joaquín González reconoció el triunfo en las urnas, el cual, dijo, se debió al cansancio de la población a años de abuso y corrupción por parte de los gobernantes -aunque no mencionó nombres-, así como al voto racional de la población.

En el desordenado evento multitudinario, en el que el equipo de seguridad de Carlos Joaquín no se dio abasto para contener a simpatizantes y prensa, estuvieron presentes gobernadores recién electos como el de Durango, de Tamaulipas, de Veracruz, así como de otros mandatarios, como de la Ciudad de México, Jalisco, Campeche, Puebla, entre otros, quienes sufrieron empujones junto con diputados locales de la XV Legislatura y federales, así como dirigentes de partidos políticos como del PAN y del PRD -Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, respectivamente-.

El nuevo gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, aprovechó para enviar un mensaje al presidente Enrique Peña Nieto, quien no estuvo presente en la toma de poder, pero quien fue representado por el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, de compromiso con el proyecto de nación federal. También estuvo presente su hermano, el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.

Como era de esperarse, Joaquín González agradeció el apoyo de su familia, especialmente de su padre, Nassim Joaquín, quien hace unos meses falleció. En ese momento, el aliento del nuevo gobernador se cortó por la emoción, ocasionando que el público se parase y aplaudiese.

Al final del evento, los diputados locales priistas desaparecieron arropados en la confusión, ya que una muchedumbre se abalanzó sobre el nuevo mandatario para abrazarlo, desearle suerte y manifestarle su apoyo y, también, para sacarse una foto con él.

Congreso cerrado

Previamente, Carlos Joaquín González tomó el poder oficialmente en las instalaciones del Congreso, el cual no se dio abasto para darle cabida a quienes se dieron cita en él.

De hecho, varios reporteros no pudieron entrar al recinto legislativo, a pesar de estar debidamente acreditados. Ante los reclamos, el personal de Comunicación Social y de Seguridad argumentó que ya no podía acceder más personas porque se había rebasado la capacidad del lugar.

Sin embargo, hubo quienes sí entraron y hasta pusieron mesas de transmisión en vivo, como el caso de Norma Madero y Karla Romero, de Luces del Siglo, lo que molestó aún más a los representantes de medios.

En la ceremonia, que duró alrededor de media hora, tampoco estuvo presente el gobernador saliente, Roberto Borge, y su antecesor, Félix González, quienes prefirieron la ausencia, a ser abucheados por la multitud, como en el caso de Raymundo King.

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