No más borguismo en Q. Roo

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POR BASILIO ARÉVALO.-

Este miércoles 30 de agosto se cumplen tres años de que el gobierno (priista) de Roberto Borge Angulo orquestó la detención arbitraria e injusta al periodista Pedro Canché Herrera, acusándolo de sabotaje en Quintana Roo.

Tan lamentable condición ubicó a Canché como el preso político número uno del gobierno quintanarroense dominado por el autoritarismo de Roberto Borge, que pese a pasar tres años convenciendo a Enrique Peña Nieto de un supuesto triunfo electoral frente a Andrés Manuel López Obrador, proyectaba sinfín de situaciones que hoy son el alud de su desgracia… y la que le espera a su regreso de Panamá donde está preso y significa la vergüenza del clan cozumeleño.

En su momento, Canché Herrera, también activista maya, retó al séptimo titular del Poder Ejecutivo del Estado a un debate, propuesta que fue rechazada y en contraparte, se maquinó todo un plan para defenestrar su imagen e integridad como padre de familia, propietario de un negocio en la industria extractiva y comercializadora de la madera con registro de marca,  pero sobretodo conocido en su natal Felipe Carrillo Puerto por su férrea convicción de valores y dignidad humana.

Tan vergonzosa tarea tuvo como alfiles al entonces Secretario de Gobierno, Gabriel Mendicutti (hoy zar de la industria de la masa y la tortilla) y el vocero del Gobierno del Estado, Rangel Rosado Ruiz, recientemente impulsor de un medio de información digital, aprendiz de empresario gastronómico y extraño camaleón en su imagen personal. Rangel Rosado, “El vocerito” le nombró Pedro Canché, padece hoy el síndrome de la ostra, particularmente ante la descarga de exhibiciones sobre el desfalco y saqueo del dinero público cometido por Roberto Borge, y la descarga de obuses que lentos, pero se suceden también en contra de su anterior patrón, Félix González Canto, sexenio en el que Rangel Rosado ocupó la Dirección de Información teniendo como jefe inmediato al teapaneco Jorge Acevedo Marín. Aquí, en Chetumal, capital del estado, los anteriores replicantes de los boletines oficiales guardan hermetismo sobre este personaje, seguros de deberle favores por la manutención que con dinero de los quintanarroenses se hizo del periodismo que autorizó Roberto Borge. Tarea prioritaria también tuvo el anterior presidente magistrado del Tribunal Superior de Justicia, Fidel Gabriel Villanueva Rivero, que como titular del Poder Judicial del Estado se encargó de perfilar el expediente que dolosamente pretendía hundir a Canché.

El 27 de abril de 2017, el gobierno de Carlos Joaquín González, emanado de una coalición del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Partido Acción Nacional (PAN) que propalan haber vuelto gobernador al también integrante del Grupo Cozumel; ofreció una disculpa pública a Pedro Canché a través del protocolo que se sigue vía la Fiscalía General del Estado (FGE) encabezada por el abogado y maestro en Derecho Miguel Ángel Pech Cen.

Lo ocurrido a Pedro Canché es también un aviso de no más borguismo en Quintana Roo. Debiera ser también una decente invitación a evitar la rapacidad que, a propósito de exhibir a los culpables del borguismo y al mismo Borge se habrían de escudar para cometer ilícitos con el dinero público. No más borguismo en Quintana Roo, señalan seguidores de Pedro Canché en sus redes sociales. Esa oración tiene una mayor contundencia si al contextualizarla se tiene toda una montaña de voraces empresarios coludidos en política que hicieron negocios con Borge y pretenden perpetuar ese dinero mal habido en el gobierno de Carlos Joaquín.

En redes sociales de Pedro, también hay quienes echan mano de los adagios populares: “Con la vara que midas serás medido”. “Sí se pudo”. “El que aquí la hace aquí la paga”. “Se hizo justicia divina”. Para Pedro Canché las respuestas son secuenciales, con valor y decisión las cosas se logran y 223 mil quintanarroenses lograron lo que se creía imposible, desterrar al PRI de la silla de Chetumal. A seguir en el combate, responde Canché. Seguiremos en el combate, luchando para que no exista más impunidad.

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