Breve historia de Don Tomi

febrero 12, 2018
por

JOAQUÍN TOMÁS FERNÁNDEZ VIVAS

 

Por Laura Coello Cantón

 

Joaquín Tomás Fernández Vivas nació el 7 de febrero de 1918 en la isla de Cozumel, Quintana Roo. Sus padres Macedonia Vivas Rivero y Joaquín Fernández Marfil, quien era el capitán de los primeros barcos de vapor en Cozumel, cuyo propietario era su cuñado Óscar Codwell Bonastre, que en aquél entonces el último día de cada mes importaban huevos, frutas, verduras, entre otros alimentos de la canasta básica, mismo que embarcaba toneladas de chicle para ser exportados a Nueva Orleans. Con apenas unos meses de nacido transportaron a Tomasito por mar desde su ciudad natal hasta Uvero, comunidad pesquera ubicada en la zona costera del Estado de Quintana Roo, conocido así porque en ese lugar abundaba la uva marina. Siendo el segundo de sus 5 hermanos, durante su infancia Tomasito tendría que asistir en la escuela y a los 7 años sus padres se vieron en la necesidad de mandarlo con la tía Serafina Vivas Rivero a Cozumel para cursar la primaria, su maestra fue Francisca Zumárraga a quien le debe el gusto por la música, pues lo eligió para cantar en los festivales escolares la canción “Ixbelita” de su misma autoría. Con la tía Serafina también vivía Miguelina Fernández Vivas, esta fue su compañera en la escuela y compartieron tantos momentos que Tomasito se enamoró, se mandaban cartas aún cuando Tomasito ya estaba en el Uvero y Miguelina en Cozumel. Ante el descubrimiento de estas cartas, donde menciona su afecto poco inusual para ser familia, pues eran primos; como castigo a ella la mandan a México y a él lo desheredan por su padre.

 

Después de culminar la primaria, se haría cargo de los cocales (trabajo de cocos) en el Uvero; transportados en un vapor de la compañía “Gansfor”, miles de costales de cocos que trabajaban entre hombres y mujeres, se dirigían a Belice a otro cocal y posteriormente a Panamá para desembarcar. Era tanta la confianza que ya se había ganado que el tío Óscar lo nombra el encargado de “La tienda grande” en la isla de Cozumel, como se conocía por los isleños, por ser la primer comercio con todo tipo de víveres.

 

Tomasito consideró trabajar las tierras de su padre don Joaquín, Río Indio. Ubicado en la zona costera de Quintana Roo, fundado por don Joaquín y llamado así porque durante la guerra de castas, los indios de la zona maya cruzaban el canal de Punta San para huir hasta Belice, lo cual explica el esparcimiento de la cultura maya en el país vecino. Para adquirir los productos de la canasta básica, realizaban viajes a Xcalak y Belice. En Xcalak conoció a la familia Aguilar, propietarios de un almacén donde Heriberta Aguilar Villanueva era la encargada. Durante un baile de la fiesta de Tres Reyes, surgió su amor a primera vista, se enamoró perdidamente de aquella mujer, que aunque habían varios pretendientes, el afortunado en ganar la partida fue Tomás. Javier, Augusto y Emiliano Aguilar, hermanos de Heri se oponían a esta relación, lo que provocó que Tomás se robe a la novia. Heri saltó desde un tercer piso cayendo ilesa en la arena, mientras su hermanito Francisco le ayudó con la maleta, a los 8 días de novios y a petición de Sra. Pastora Aguilar (madre de Heri) contrajeron matrimonio.

 

Después de unos años, padeciendo unos dolores fuertes dolores gastrointestinales, tuvo que ser atendido en la ciudad de la Habana, Cuba por 70 días. A su regreso Tomás y Heriberta vivieron en Río Indio lugar que vio crecer a sus dos hijos biológicos Ricardo y Elsy María, vivieron la catástrofe más fuerte para Río Indio en 1955, el ciclón Janeth que destruyó todo a su paso. Después de un tiempo decidieron buscar otras tierras para trabajar, estuvo durante 10 años en el Uvero donde fue encargado del trabajo de cocos (la elaboración de la copra), buscó otras actividades como la pesca en Punta Pájaros, en Punta Allen y por 12 años fue delegado y presidente de la cooperativa de langosteros de la Bahía de la Ascensión. Posteriormente, trabajó en su propio rancho en Thawai, ubicado a 7 km. de Río Indio donde se desempeñaba como comerciante de la copra. Y hace 40 años decidieron mudarse a Felipe Carrillo Puerto, donde también se dedicó a la venta de cocos y el comercio de dulces derivados del mismo.

 

A los 87 años muere su compañera de vida, quedando viudo pero nunca en soledad, las atenciones de su nieto Felipe Coello Fernández y esposa Laura María Cantón Gutiérrez lo han arropado a vivir una vejez digna y plena. Las mujeres son su más grande debilidad, dice trabajar con la luna, su inspiración son sus 80 canciones que tiene en la memoria. Él y su hermano Santos Indio son los únicos Fernández Vivas que actualmente gozan de una salud física y mental envidiable, se caracteriza por su buen humor, su corazón noble y generoso, y el entusiasmo de despertar todos los días para seguir cantándole a la vida, no ve los años pasar y su alma sigue siendo joven para contar su historia. Él a sus 100 años de edad afirma, que el secreto de la vida y de la longevidad es la alimentación derivada de la costa y vivir la vida feliz.

 

Con amor, su bisnieta Laura Angélica Coello Cantón.

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