El tren maya, el costoso capricho folklórico de AMLO

agosto 23, 2018
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Por Pedro Canché

El tren turístico cultural, de la ruta maya Cancún-Tulum-Calakmul-Palenque, en el número 34 del Lineamiento básico del proyecto Alternativo de Nación 2018-2024 de Andrés Manuel López Obrador está transitando en los carriles de la ocurrencia y caprichos muy costosos del próximo mandatario de izquierda.

De la noche a la mañana, el lunes 13 de agosto ya tenía 600 kilómetros más de los 900 que originalmente tendría la ruta al pasar ahora por Yucatán, López Obrador se había olvidado del majestuoso Chichén Itzá en el proyecto turístico cultural. Y Las ocurrencias seguían. «No se cortará un solo árbol» , dijo el presidente electo al hablar de la frondosa ruta verde en donde se tendería los rieles de un tren que en el imaginario popular se lo ve como un tren bala de Europa y Japón.

De entrada un kilómetro de vías requiere 500 árboles, los durmientes que soportan los fierros y tornillos serán 750 mil piezas, 750 mil árboles y la tentación de tomarlos de la selva maya, comprarlos a los centenares de ejidos de la ruta del tren, estariámos ante una enorme deforestación que sepultaría el otro proyecto de AMLO de sembrar un millón árboles maderables y frutales en el sur-sureste en su sexenio.

Pero ni tren rápido ni bala. Arturo Abreu, próximo delegado federal en Quintana Roo del amloismo, que coordinará 67 dependencias me dijo en entrevista ayer que no serán trenes rápidos como los de Europa y Japón, por el alto costo. Es más no saben cuantos trenes pasarán en esta ruta verde para llevar turistas a Palenque que hoy recibe 500 mil visitantes al año, con el 20 por ciento internacionales. Estos trenes ligeros tampoco serán de carga, sino netamente cultural.

Aumentar el flujo de turistas a Palenque, en la tierra de López Obrador, donde tiene su rancho «La Chingada», está calculado por el mandatario electo en 150 mil millones de pesos, un proyecto del que Arturo Abreu ha dicho que no tendrá utilidades ni será rentable en un plazo que desconocen. Incluso por esa falta de recursos, además de invitar a inversionistas internacionales, canjearán el paso de tren por terrenos ejidales y particulares con acciones o las rentarán en su caso. Se avecinan enormes conflictos ejidales.

Al no ser tren bala el tiempo que durará el recorrido de Tulum a Palenque será similar al de un auto, 9 horas. No se ahorrará ni tiempo ni comodidad. Será solamente un tren folklórico que pinta ser una ocurrencia sexenal muy costosa, un capricho muy caro, bastante caro del obradorismo.

Lo que si aumentará el tren serán los flujos migratorios de los Estados empobrecidos de Chiapas y Tabasco a Quintana Roo, una entidad que crece tan solo en Playa del Carmen, capital de la Riviera Maya, en un 16 por ciento ahora. Centenares de autobuses viejos la hacen de vagón de tren ahora en el camino internacional Palenque-Cancún, miles de hombres y mujeres son contratados por la mano barata y a dormir en galerones para construir los fastuosos hoteles. Un 90 por ciento se queda a radicar en Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y Tulum lo que hace crecer los cinturones de miseria y los gobiernos municipal y estatal se les complica el presupuesto para dotar de los servicios básicos.

Esta juventud que llega, presa de la miseria y faltos de futuro se enrolan en el mundo de las drogas donde terminan como consumidores o sicarios, una violencia que sacude la Zona Norte de Quintana Roo, una guerra que no termina. Lejos de su hogar y habitando viviendas miserables o en el mejor de los casos mini casitas, llegan a ser parte o víctimas de la violencia en esas extensiones miserables.

Cuando Andrés Manuel López Obrador saludó por primera vez al gobernador Carlos Joaquín en la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) luego de su triunfo, le preguntó cuanto costaba el tren rápido que planeaba construir de Cancún a Tulum. «Se sorprendió con la cantidad, 40 mil millones de pesos en 110 kilómetros. Le dije echara números para los 900», dijo en su momento Joaquín.

La propuesta de trenes rápidos en Quintana Roo y Yucatán (el fracasado plan sexenal de Enrique Peña Nieto, el tren maya Mérida-Cancún-Tulum-Chetumal) originalmente se tenía pensado para trasladar a miles de trabajadores a sus lugares de origen, a los pueblos yucatecos y los pueblos mayas del centro quintanarroense para no saturar las ciudades que cada vez más grandes y sin planes de drenaje amenazan con las aguas negras al azul turquesa del Caribe. Se interrumpió y ahora irrumpe el tren turístico cultural, con ocurrencias a diario en su elaboración, cambios de ruta y un proyecto nada claro. Pero con 30 millones de votos, Andrés Manuel López Obrador puede darse ese caprichito no rentable.

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