Tren Maya, entre los futurismos y la poca información, va adelante

noviembre 16, 2018
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Playa del Carmen, Quintana Roo.- No hubo ningún gobernador, no vinieron los senadores Marybel Villegas Canché, ni José Luis Pech. No vinieron los rostros fuertes de Morena. Salvo el diputado Luis Alegre, hijo del empresario Gastón Alegre, cercano al gobierno de Mara Lezama.
La bienvenida corrió a cargo de la edil de Solidaridad, Laura Beristain, quien agradeció la presencia de los presentes y también aplaudió con generosidad el proyecto del Tren Maya: «Le va a transformar el rostro a la Riviera Maya y a Quintana Roo. Se diversificarán las opciones de recepción de turismo y habrá movilidad de los quintanarroenses hacia otros estados». Habló de los muchos beneficios del proyecto y de que se impulsará y diversificará la economía en la región con los muchos empleos que se generarán durante su construcción y después durante su trayecto.
Y es que cada inicio de gobierno es igual, sin distinguir color de partido, a los políticos les gusta mucho conjugar los verbos en futuro.
Sin embargo no han explicado los cómos. Todo ha sido hundirse en los mares del futurismo.
La obra del Tren Maya es el proyecto más ambicioso de López Obrador para el sur del país, por sexenios marginado en la pobreza. Esa ha sido la razón y motor principal de Andrés Manuel para impulsar este proyecto que se presenta a los quintanarroenses a ocho días antes de que se haga una consulta ciudadana sobre si están de acuerdo o no con el proyecto.
Rogelio Jiménez Pons, próximo titular del Fondo Nacional para el Turismo (Fonatur), explicó durante la presentación del proyecto en el Teatro de la Ciudad de Playa del Carmen, que el Tren Maya va a ser parte de un programa de desarrollo integral, sustentable e incluyente, «en el que se tome en cuenta a todos los habitantes de la región, en el sur de México, y se respete el entorno natural».
La obra del Tren Maya iniciará este 16 de diciembre, sin embargo, aún no cumple con ninguno de los requisitos técnicos, legales, ambientales y de costo-beneficio social han dicho los especialistas.

Si no me subo al tren, me va a dejar

Con esa frase fue con la que explicó Jiménez Pons como el Tren Maya es percibido por los propios indígenas de Chiapas y Quintana Roo. Ayer mismo, Amnistía internacional (AI) anunció que «el Tren Maya debe contar con consentimiento de los pueblos indígenas que pudieran ser afectados».
«Las nuevas autoridades deben garantizar que este megaproyecto se llevará a cabo solo si los pueblos indígenas potencialmente afectados han dado su consentimiento previo, libre e informado», declaró Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de AI. Hasta el día de ayer, no ha habido información clara sobre el proyecto en ninguna de las comunidades indígenas por las que atravesará.
Para Jiménez Pons, «el mayor problema en la construcción del Tren Maya es el impacto en el medio ambiente, pues de ahí la importancia de convencer a la gente, con acciones reales, no discursos, de que se cuidará el medio ambiente y que esto traerá desarrollo y economía a esta región del país», dijo el encargado del proyecto y próximo director del Fonatur.
El Tren Maya es el proyecto de infraestructura más ambicioso para el sur del país que tiene ideado Andrés Manuel López Obrador. Pero el tren descansa en una de las zonas más pobres del país. El Tren Maya cruzará 42 municipios, de los cuales, 41 presentan altos índices de pobreza y marginación. Para los habitantes de estos municipios el Tren Maya representa la posibilidad de generar desarrollo regional, y están dispuestos a lograrlo a cualquier costo con tal de salir de la pobreza, por ello, se hace hincapié en que el proyecto debe de respetar la sustentabilidad y armonía de las zonas naturales y los ecosistemas.
Jiménez Pons lo sabe y sostiene: «El Tren Maya generará las condiciones para que la población y pueblos originarios puedan salir beneficiados del proyecto, por lo que considera importante que mejore el crecimiento y que sea ordenado, a fin de que haya una inclusión social, rubro que se mantuvo rezagada en administraciones pasadas».
Parte de la estrategia cultural y turística en las que se sustenta el Tren Maya en sus 17 estaciones del recorrido estarán localizadas en emblemáticas ciudades (como Campeche, Cancún, Mérida y Playa del Carmen) y cuatro en zonas arqueológicas de gran relevancia (como Calakmul, Chichen Itzá, Palenque y Tulum).

Contra Viento y Marea

Con una inversión de aproximadamente 150 mil millones de pesos (alrededor de 7 mil 500 millones de dólares), que será repartida en un 55 por ciento con dinero del Estado y un 45 por ciento de la iniciativa privada (aunque la cifra del costo puede aumentar en función de los diferentes trazados), no se ha explicado cómo serán las licitaciones, a que constructoras, como será el proceso de selección, los lineamientos de las sanciones, nada.
A pesar de ello, Jiménez Pons afirma que el Tren Maya «está intensamente ligado a una base técnica, académica, científica, con grupos de reconocida trayectoria en la materia para que sirvan de interlocutores con los grupos ambientalistas y se eviten confrontaciones estériles».
Sin saber el contenido de las licitaciones ni sus reglas, las primeras licitaciones para la construcción del Tren Maya se darán a partir del 17 de diciembre, principalmente de obras inducidas; es decir, acondicionamiento de los sitios por donde correrá la vía del tren en el tramo Escárcega-Tulum.
Rafael Pacchiano, titular de la Secretaria de Recursos Marinos y Naturales (Semarnat), afirmó que el Tren Maya que cruzaría cinco estados del sureste de México, carece de estudio de impacto ambiental. «En caso de que las obras comiencen en diciembre, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) tendría que emitir una sanción y clausurar los trabajos», atajó el secretario.
El Tren Maya parece que sigue ya su curso, contra Viento y Marea. Y parece que nadie lo va a detener ya.

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