AMLO fuera de sus cabales

noviembre 6, 2019
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Por Martín Moreno

El Presidente de México ya no escucha. Vocifera. El Presidente de México ya no explica. Inventa. El Presidente de México ya no debate. Insulta.

Andrés Manuel López Obrador está fuera de control, tirando golpes al aire como boxeador novato. Descontando a quien se le ponga enfrente, como bravucón de barrio. Inventando golpes de Estado que nadie le creyó y que sólo abonó para ahuyentar inversiones y a tensar – aún más – la polarización nacional. Calificando de “imprudente” a un General que le cuestionó, precisamente, ese ambiente polarizado. Lanzando a las garras del crimen organizado al responsable militar del operativo fallido en Culiacán en un lance inhumano. Peleándose – sí, otra vez -, con la prensa, comparando a los periodistas con perros, aunque sea el propio Presidente quien enseñe los colmillos, muerda y ladre por las mañanas contra quien ose contradecirlo. Exhibiendo a tuiteros – incluido al hijo de Felipe Calderón y Margarita Zavala-, y públicamente azuzando a sus fanáticos para atacarlos. Mintiendo al decir que la escalada de violencia se ha podido detener, cuando los cadáveres aún calientes de la familia LeBarón – incluidos 7 niños -, indignan y conmueven a un país a merced de los criminales. Callando ante los arrumacos que a distancia le hace Nicolás Maduro. Dividiendo. Polarizando.

Así está el Presidente de México: fuera de control, habitando en su propio mundo de mártires y delirios. Ciego ante los problemas, sordo ante los reclamos.

¿A dónde nos lleva López Obrador?

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Cierto: desde el llamado “culiacanazo”, AMLO y su Gobierno se descompusieron. Comenzaron a naufragar entre su propia descoordinación, víctimas de su falta de estrategia y evidente improvisación, sin voceros confiables y lúcidos – Jesús Ramírez estuvo desaparecido durante las horas críticas de Culiacán – pero, sobre todo, arrastrados por los berrinches y paranoias presidenciales.

¿Cuáles son los hechos principales para decir que el Presidente de México está fuera de control? A la luz de lo ocurrido, son los siguientes:

GOLPE DE ESTADO. El daño provocado por uno de los errores más graves de AMLO durante su corto Gobierno y uno de sus deslices verbales más dañinos, ocurrió el sábado pasado cuando, en su cuenta de TW, insinuó que se le pretendía dar un golpe de Estado. ¿Qué, quién, cuándo, dónde? Jamás lo explicó. Tan se asumió en su equipo el tropiezo, que el lunes pasado se instrumentó la “caja china” emergente: arremeter contra Luis Calderón Zavala para intentar eclipsar el desliz presidencial. Empero, el daño estaba hecho. En lo económico: los inversionistas frenan sus planes para México en 2020, porque nadie que tenga dos dedos de frente invertiría en un país donde…¡su propio Presidente advierte que le preparan un golpe de Estado! Se agudizó, así, la incertidumbre económica – financiera. En lo político: AMLO contribuyó a tensar el clima nacional, de sí, polarizado y enfrentado, encendiendo las alarmas en el Ejército, clase política y ciudadanos, sobre la posibilidad del golpe de Estado. En cuestión de horas, la confrontación subió de tono y la división entre mexicanos se profundizó. ¿Por qué deslizó AMLO la posibilidad del golpe de Estado? Por tres razones de fondo para cubrir los innegables y más evidentes fracasos de su Gobierno: el económico (0 por ciento de crecimiento), el de seguridad (alrededor de 30 mil ejecutados en sólo 11 meses), y tercero, el pésimo manejo del Presidente ante el discurso del general Gaytán que AMLO interpretó como una rebelión militar que daría paso al golpe de Estado. Fue evidente la molestia del Ejército por la conducta errática de su Comandante en Jefe. De paso, justificar decisiones radicales que pudiera tomar el Presidente más adelante, bajo el pretexto de la “emergencia nacional” por los “enemigos que nos acechan” y que solamente existen en la mente de Andrés Manuel.

EJÉRCITO. “Imprudente”, calificó AMLO al general Carlos Demetrio Gaytán, quien manifestó su preocupación por el clima de polarización en México. “Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados”, dijo Gaytán. López Obrador, en un arranque tan iracundo como inmaduro, arremetió contra la “imprudencia” del general. Pero en su arrebato, AMLO no reparó en un detalle de fondo: el general Gaytán habló frente al Secretario de la Defensa Nacional y salió entre aplausos de militares que, de pie, reconocieron la valentía de su compañero de armas, avalando sus palabras. Con su calificativo –“imprudente”-, López Obrador generalizó y ese es uno de los motivos – además del “culiacanazo”-, que tiene molestos a generales y tropas. Horas después, AMLO insinuó lo del golpe de Estado. ¿Coincidencia? No. En lo absoluto. Fue una frase precipitada, desafortunada y descabellada del Presidente ante el duro discurso de Gaytán que, lo quiera o no reconocer AMLO, más que fortalecerlo, lo debilita ante uno de sus aliados claves: el Ejército.

CALDERÓN. El ex Presidente panista se ha convertido, en la arena política, en la bestia negra de AMLO. Más allá de lo ocurrido en 2006 – la tragedia de este país es que no sabemos realmente, con actas en la mano, si el recuento parcial de votos hubiera ratificado la victoria de Calderón o le hubiera otorgado el triunfo a AMLO, tema que abordaremos a detalle en próxima entrega-, López Obrador se ha obsesionado con Calderón quien, todo así lo indica, obtendrá su registro como partido político, vía “México Libre”. Los golpeteos entre ambos han sido una constante. Todo el Gobierno – funcionarios, voceros y plumas afines a AMLO -, han señalado al panista como su enemigo, pero en el lance y de manera paradójica, lo han fortalecido también al mostrarlo como su único contrapeso posible, dada la debilidad tanto del PRI como del PRD.

Sin embargo, el lunes pasado y ante el rencor que lo ciega contra Calderón, AMLO cometió un error: exhibió públicamente a Luis Calderón Zavala como responsable de ataques con bots vía TW, y de hecho, lo lanzó al coliseo con el pulgar abajo. Error, porque envileció sus ataques contra un ex Presidente al que ve como amenaza para su proyecto y que al no poder debatirlo políticamente cara a cara – le lanzó un apodo vulgar -, arremetió ahora contra su familia. Un Presidente debe estar más allá de ese tipo de enfrentamientos mundanos y personalizados. AMLO exhibe y se exhibe. Estar fuera de control lo ha situado en una posición frágil y vulnerable a los ojos de aquellos millones que, inclusive, votaron por él más motivados por el pésimo Gobierno de EPN que por afinidad con AMLO.

PRENSA. No es nuevo: López Obrador arremete contra la prensa y la culpa de estar aliada con los enemigos del México que AMLO prefiere: el México que lo adula, el México que lo aplaude. Porque el México que lo cuestiona y critica, es aquel que de la mano de la prensa “conservadora y fifí” pretende aplicarle un golpe de Estado imaginario. En realidad, López Obrador ataca a la prensa porque resultó con la piel muy delgada y no quisiera que nadie lo exhibiera. Político, a final de cuentas. Igual que Echeverría, ve en la prensa al enemigo a vencer. Igual que López Portillo, los fustiga por criticarlo. Igual que Peña Nieto, recrimina que no le aplaudan. Nos tilda a los periodistas de perros. Curiosamente, donde se escuchan a diario los ladridos, es dentro de Palacio Nacional.

LEBARÓN. Si el operativo fallido en Culiacán fue un misil en la línea de flotación de la estrategia contra la inseguridad de AMLO y su gabinete de seguridad – dejar hacer, dejar pasar -, la brutal masacre contra la valiente familia LeBarón acabó por hundir el modelo anticrimen implementado desde Palacio Nacional, operado – es un decir – por Alfonso Durazo, y apechugado por los cada vez más irritados secretarios de la Defensa y Marina. Hoy sabemos que con la llegada del Gobierno de AMLO, se retiró al grupo de fuerzas federales que protegía a comunidades menonitas en Chihuahua. Son las consecuencias mortales de ser miserable.

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La encuesta de Reforma (4/XI/2019), arroja resultados muy negativos para el Gobierno de AMLO: el 55 por ciento de los encuestados piensa que la situación nacional se ha salido del control de AMLO; 60 por ciento cree que la estrategia del Gobierno federal está fracasando, y el 70 por ciento considera que el Gobierno ocultó información sobre lo sucedido en Culiacán. Vale recordar que las encuestas de este diario han sido las más certeras desde 2012, favoreciendo inclusive a López Obrador en la pasada contienda presidencial y siendo muy cercana al porcentaje con el cual finalmente ganó la Presidencia.

Preocupante, lo que sucede dentro de Palacio Nacional, con un Presidente viviendo un mundo paralelo, agobiado por enemigos invisibles y viendo complots por todos lados. Y ni siquiera cumple un año de Gobierno.

Y más que preocupantes, esos destellos de desequilibrio emocional que muestra AMLO cada vez que se le cuestiona o se le critica. Pierde la cordura, se desboca y dice barrabasadas.
Ese es el Presidente de México.

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