LA FALLIDA COMUNICACIÓN DEL GOBIERNO DEL CAMBIO

octubre 29, 2016

Por Hugo Martoccia

Una conjunción inoportuna de inoperancia, desdén e imprevisión disparó la primera crisis política en el flamante gobierno de Carlos Joaquín González. El hecho contiene una ironía o una paradoja preocupante: fue una crisis de comunicación, en la época más comunicada de la historia.

El gobierno se ha encontrado, en su amanecer, con una guerra con gran parte de los medios tradicionales, y no parece tener una estrategia alternativa de comunicación. Ha pagado exageradamente el tema de los despidos de trabajadores de confianza y la incorporación de foráneos al gabinete, dos constantes que fueron totalmente ignoradas por esos mismos medios durante las pasadas administraciones. No es que los temas no merezcan críticas; sino que éstas han sido motorizadas por intereses políticos y el gobierno no ha tenido una respuesta contundente para dar.

El actual gobernador se preparó para este momento desde hace casi una década. Pasó por cargos públicos de enorme relevancia, y supo construir, en la adversidad, una imagen y una estructura que le permitieron estar donde está. Sin embargo, una de las realidades más inquietantes del estado, como lo es la prostituida relación entre medios de comunicación y gobierno, no pareció estar en la agenda de las urgencias. ¿Nadie previó, en su entorno, que el precio de no mantener los acuerdos con esos medios desataría una guerra en su contra? Si alguien lo previó, ciertamente no presentó soluciones realistas.

Las reacciones han sido tardías e insuficientes. Se busca contrarrestar a una aceitada maquinaria informativa con boletines, entrevistas de banqueta o minimizando los temas. O quizá apostando al paso del tiempo, al desgaste, o a la mera costumbre. No es el camino. Las recientes declaraciones de la panista Patricia Sánchez criticando al gobierno lo mismo que le critican desde los medios, o el PRI pidiendo la reinstalación de los despedidos, debería servir al gobernador como muestra de que el entramado opositor es más vasto que las páginas de los periódicos, y que se requiere otra forma de encarar el conflicto.

Tímidamente, algunos en el gobierno proponen o sueñan con sortear a los medios tradicionales con algunas de las nuevas herramientas comunicativas. La alcaldesa de Cozumel, Perla Tun, avanza con la idea de utilizar la plataforma de Facebook para relacionarse directamente con los ciudadanos. El esfuerzo es loable, pero no parece estar organizado. El uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales, también implica un proceso organizado. Se debe buscar una narrativa unificada, solvente, que rebusque en las palabras, en la manera de presentar los hechos, en la forma de explicar y proponer; en crear un diálogo con la sociedad y no un monólogo. En fin, tener una estrategia. Y lo mejor sería que esa estrategia sea estatal.

Debe evitar, también, caer en las propias trampas de esos nuevos instrumentos. Días atrás, Facebook admitió, luego de una nota en el Wall Street Journal, que había inflado hasta en un 80 por ciento el número de sus audiencias. Google ha sido criticado por lo mismo.

También hay que pensar bien hacia dónde va el mensaje. Eli Pariser creó el concepto de “burbuja del filtro” para referirse al proceso que se crea cuando las empresas de Internet, para satisfacer nuestros gustos personales, incluyendo noticias y resultados de búsqueda, nos dirigen siempre a sitios donde no quedamos expuestos a información que desafíe nuestros intereses. O sea, al hablarle a Facebook uno solo puede estar hablando a quien lo quiere escuchar y está de acuerdo con uno, lo cual, desde el punto de vista político, acota mucho su eficacia.

Si el gobierno no encuentra un camino intermedio, novedoso y creativo, va a fracasar en esa estrategia. Debe tener una mirada amplia de la situación, y ubicar en el centro del cambio democrático un nuevo relato y una nueva forma de comunicar y relacionarse con los medios.

Días atrás, el Jefe de Gabinete del gobierno de Argentina, Marcos Peña, que junto al politólogo ecuatoriano Jaime Durán Barba son los ideólogos de la exitosa estrategia de comunicación del entonces candidato y actual presidente Mauricio Macri, le explicó al diario Perfil esa estrategia.

Dijo, con respecto a los nuevos medios de internet y esa comunicación: “El cambio es el más profundo desde la creación de la imprenta porque es el primero que rompe la verticalidad de la emisión pura”.

Pero también dejó en claro que la comunicación sigue aún teniendo los mismos actores históricos. “El rol de los medios gráficos, audiovisuales, es tremendamente central en la construcción de una democracia. Las plataformas de contactación y de interacción social son importantes, la literatura es importante”, dijo, “pero todo depende de qué contenido pongas. Si es autorreferencial, errático, variable y en el fondo subestima y desprecia al que está del otro lado, no te va a servir ninguna herramienta”.

Esas palabras podrían casi haber sido dichas para el gobierno de Quintana Roo, que no ha intentado siquiera salir de las viejas formas de comunicar. La Unidad del Vocero y el Sistema Quintanarroense de Comunicación Social son quienes tienen la capacidad de generar nuevas herramientas. Pero hasta ahora, el gobierno de Carlos Joaquín no parece haber encontrado o buscado ese camino.

Este comportamiento entraña un riesgo enorme: que algunas voces empiecen a hablarle al oído al gobernador para recomendarle que todo vuelva a ser como era. Con unos cuantos millones se volvería a tener el control de la información. Ese sería el primer gran golpe a la alternancia democrática en Quintana Roo.

El cambio, para ser alternancia, requiere de condiciones cuantitativas y cualitativas. Las cuantitativas se dieron el pasado 5 de junio, cuando se ganó la elección, y luego en la conformación de una mayoría legislativa, que por una muy buena operación política le dio gobernabilidad a Carlos Joaquín. El aspecto cualitativo es mucho más profundo, sutil, difícil, y requiere de más que buenas intenciones. De otra manera, las viejas y malas mañas van a volver a apoderarse de la política.

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