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Tercer Debate presidencial. El triunvirato de las simplezas

Ayer por la noche se llevó a cabo el tercer Debate Presidencial entre los cuatro candidatos a la presidencia de la República y ninguno dio una sorpresa. El Instituto Nacional Electoral cambió el formato del debate y lo hizo como una mesa de análisis, pero nuevamente el tiempo y sus limitantes en ese formato no lograron darle al ciudadano lo que quería, información.
Andrés Manuel López Obrador, el puntero en las encuestas quien lleva una ventaja de más de 20 puntos sobre sus otros adversarios se mostró ante los mexicanos como un político seguro, relajado y confiado en el triunfo. Al igual que en los dos debates pasados, López Obrador no fue muy diestro con las palabras. El tono pausado y lento que usa al hablar le jugó en contra. Aun así pudo dar a conocer su mensaje y llegarle al electorado.
Ricardo Anaya tenía que dar la batalla y la dio. Días antes un video lo había metido en un escándalo y lo ponía al centro de la sospecha al señalarlo como presunto lavador de dinero, incluso, utilizando la campaña presidencial para hacer negocio. El video fue difundido por las principales cadenas de noticias en México y por todos los portales de internet. Pero Ricardo Anaya salió a golpear. Su estrategia: Atacar.
José Antonio Meade bajo el perfil. Por momentos parecía estar más frente a una mesa de reclutamiento laboral que frente a un debate presidencial. El tercer puesto en todas las encuestas nacionales han hecho mella en Meade, quien lució desangelado.

Sin debate, los ataques imperaron

Un nombre podemos rescatar del Debate, el del empresario José María Rioboó, quien ahora es vinculado a Andrés Manuel López Obrador. Ricardo Anaya sostuvo que este ingeniero se benefició durante el Gobierno de López Obrador en la capital mexicana por la adjudicación directa de un contrato de 170 millones de pesos.
“¿Si te muestro los contratos renuncias a tu candidatura?”, le preguntó Anaya. López Obrador solo se sonrío, dijo no llevar su cartera y rechazó todos los ataques del panista.
Nuevamente Ricardo Anaya quiso presentarse como la opción antisistema pero Andrés Manuel trastocó la estrategia del panista al mostrarlo como un aliado del Gobierno del PRI.
El rechazo al presidente de la República es a tal grado que ni el candidato del PRI, Meade, lo pelea. Tanto López Obrador como Ricardo Anaya intentaron endilgarle al otro la figura de Enrique Peña Nieto y tratar de demostrar la cercanía con él. López Obrador mostró fotografías de un sonriente Anaya junto al mandatario. Anaya insistió en la idea de que López Obrador ha pactado con Peña Nieto su eventual triunfo a cambio de ofrecerle impunidad por los escándalos de corrupción que han marcado la Administración. En ese momento López Obrador espetó al joven político: “No te voy a meter a la cárcel ni a ti”.
José Antonio Meade desapareció del debate, se enfocó solo en responder a las preguntas que le hacían los periodistas. Cifras y datos que no conectaban con la audiencia. Y en el peor momento de la Selección Nacional de Fútbol, sacudida por un escándalo de escorts y fiesta, José Antonio Meade deseó buena suerte a la selección mexicana en el Mundial de Rusia.
Durante el debate, el líder de Morena dijo que la echará abajo la Reforma Educativa, pues es una “receta” importada para darle gusto al Fondo Monetario Internacional. El candidato dijo que prepara un plan educativo nuevo que será consensuado con maestros, alumnos y padres de familia.
El tercer debate presidencial trató los temas de pobreza, educación, salud, tecnología y desarrollo sustentable. En este tercer debate los moderadores prepararon sus preguntas con base en las once mil preguntas que ciudadanos lanzaron a los cuatro candidatos en las redes sociales.
Fue así que los candidatos, acorralados por las preguntas de los ciudadanos, hicieron una cascada de propuestas: José Antonio Meade prometió generar condiciones para que la fuga de cerebros que se fue al extranjero retorne a México. López Obrador prometió la plantación de un millón de hectáreas en el sureste de árboles frutales y maderas preciosas. Ricardo Anaya prometió regalar tabletas y teléfonos celulares a los estudiantes de preparatoria y universidad.
A 19 días de la elección presidencial, las cosas, parece, no cambiaron.