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Nuevo libro de Historia de Q. Roo apegado a plan educativo

Chetumal.- Los alumnos de bachillerato del Estado ya podrán instruirse con el nuevo libro de historia de Quintana Roo y que además será didáctico, según informó la autora Claudia Cortés Vázquez quien aseguró que en la distribución en los colegios de Bachilleres será gratuita, mientras que el público en general tendrá un costo de 225 pesos.
El libro Historia de Quintana Roo fue presentado en el Congreso del Estado, hoy viernes, donde estuvo presente la diputada federal, Mildred Ávila Vera, de la Comisión de Educación en la Cámara Baja y la diputada local, Ana Pamplona Ramírez, presidenta de la Comisión de Cultura de la XVI Legislatura.
“Este libro de texto está apegado el nuevo modelo educativo y que está dirigido exclusivamente a alumnos del Colegio de Bachilleres y que actualmente cursan el quinto semestre, si bien hay otros títulos, este es el único apegado al nuevo modelo y es el único que cubre las características que establece la Dirección General de Bachillerato”, dijo Cortés Vázquez.

Claudia Cortés Vázquez, precisó que el primer tiraje es de tres mil ejemplares, además precisó que hay planes para una segunda edición, pero esto dependerá de la demanda del libro.
El costo del libro es de 225 pesos y se puede adquirir en la tienda DIVA de la ciudad de Chetumal.
Un dato relevante es que hay dos tipos de ejemplares, uno que está encuadernado y que será utilizado por los docentes y otro que está engargolado para su utilización de uso rudo y que será utilizado por los estudiantes.

Repasa Velio Vivas fundación e historia de Cozumel

 

AGENCIA SIM

Cozumel.- En el marco del 169 aniversario de la fundación de San Miguel Cozumel, el cronista de la ciudad, Velio Vivas Valdés informó que fue en 1849 cuando el congreso de Yucatán decretó “que los habitantes de Cozumel podían crear un poblado”.
Recordó que los habitantes estaban en el lado oriente de la isla, en el rancho conocido como San Miguel y que fue fundado por el pirata Molas; así que se delimitó calles, los solares y le ordenan a la autoridad que se abra un espacio para plaza pública, lo que es ahora el parque Juárez. Además de separar los terrenos para la escuela, la iglesia, la casa consistorial y los cuarteles, ahora está Plaza del Sol, la iglesia desapareció en 1915, a la entrada de los carrancistas.
En febrero de 1850 Cozumel contaba con 208 habitantes; en el año 1900 ya se tenían 1006 habitantes. En 1950 se llegó a la cifra de 10 mil habitantes. A partir de 1957-1958 se inicia el turismo lo que atrae a personas de otras entidades del país, principalmente de Yucatán, para la construcción de los hoteles.
Vivas Valdés agregó que en 1967 se inicia la construcción del hotel Presidente, para la obra se trae gente de Guerrero, porque no había suficientes albañiles en Cozumel, posteriormente se quedan a vivir en la isla y se da el crecimiento de Cozumel. Para el año 2000 se tenían 90 mil habitantes y actualmente se cuenta con casi 100 mil habitantes, detalló.
Los grandes asentamientos como Bacalar y Tihosuco habían desaparecido por la guerra social maya, lo único que controlaba el gobierno era el pueblo de Dolores, que es Isla Mujeres, San Miguel, Holbox y lo que ahora conocemos como Kantunilkín. Lo que ahora son los municipios de Benito Juárez, Puerto Morelos, Solidaridad, Tulum y Carrillo Puerto, todo ese territorio estaba controlado por los mayas rebeldes, pero Cozumel era la población más grande.
Dijo que la escuela nace en 1863, cuando don Benito Juárez García era presidente de la República, se hizo por una solicitud firmada por las personas distinguidas de San Miguel Cozumel. Se pidió una nueva cavada (impuesto) que sirviera para pagar a un preceptor de letras, que era el maestro Alfredo Fernández.
En 1865 hay un acta que levanta el inspector que viene de parte de la Secretaría de Educación, y avala el trabajo del maestro. En 1885 se transforma en la escuela Benito Juárez, es la más antigua de las primarias que existen en Quintana Roo, porque en Chetumal la primera fue en 1912.
AÑORANZAS
El cronista de la ciudad especificó que es difícil recuperar la arquitectura de las casas de aquel entonces, porque el material era endeble con respecto a los huracanes, por ejemplo la Aduana Marítima era un edificio de tres niveles, pero de madera, así que es difícil que un huracán lo respete.
Comparó que las esquinas de Mérida son conocidas por nombres, que lamentablemente en Cozumel no se conservó.
Al hablar de la fundación de Cozumel dijo que el primer presidente municipal fue don Francisco Rosel, en 1850; como juez de paz estuvo don Enrique Angulo; como Jefe de la Guardia Nacional don Manuel Modesto Vivas; el primer sacerdote fue Doroteo Rejón que duró hasta finalizar el siglo XIX; luego llegó Francisco Palau, que vivió la persecución religiosa y se refugió en Belice. Como dato en 1855 se autoriza la primera venta de licores en la isla.
En 1900 el que fungía como médico era Mauricio Angulo Marfil, no pudo graduarse, luego estuvo un médico de apellido Dzul; por 1940 llegó el doctor Rosado Salas, quien está sepultado en el cementerio viejo, que lamentablemente permanece abandonado, que ni la placa se puede leer. Propone que se coloque en la lista de los hombres ilustres y se conserve su memoria.
Eladio Novelo hizo el primer periódico de Cozumel. Sarita Novelo fue la primer mujer profesionista que tuvo la isla.
Para finalizar la plática, don Velio Vivas recordó que en 1919 mauro Angulo trajo la primera planta eléctrica, que duró hasta 1960 y en el 1964 entró la Comisión Federal de Electricidad.

El fardo de nuestra historia

 

Arturo Mendoza Mociño

Cecilia Jarero y Gerardo Villadelángel intentaron, sin éxito, publicar un suplemento cultural en el diario Milenio de Ciudad de México hacia 2001. Aquellos editores culturales deseaban ponerle a ese necesario espacio periodístico el nombre de “Fardo” para simbolizar, desde el título, uno de los problemas atávicos del país: su larga, compleja y apasionante historia.

Por no hablar de lo apabullante que suele ser mexicano en ciertos momentos de la Patria.

Porque incluso para los profesionales que estudian la historia de México hay pasajes donde las acciones de ciertos hombres o las decisiones que encumbraron o condenaron al exilio o al olvido a otros, no son entendidos a cabalidad en la misma época que sucedieron los hechos sino que tienen que pasar los años, acaso siglos, para revalorizar su verdadero rol histórico.

Hace 50 años, el dos de octubre, la Plaza de la Tres Culturas se colmó de sangre con la muerte de un desconocido, todavía, número de estudiantes. También hace medio siglo, el 12 de octubre, iniciaron los Juegos Olímpicos que el Presidente Gustavo Díaz Ordaz inauguró a pesar de tener las manos manchadas de sangre.

Poco antes del 2 de octubre de este año se desató la “gustavofobia” y se comenzaron a quitar las placas que llevaban el nombre del poblano más odiado del país en el tren subterráneo de Ciudad de México.

Decía Albert Camus que quien olvida el pasado cae en la embriaguez de la tiranía, o peor, en la de la servidumbre. “El pensamiento en rebeldía no puede prescindir de la memoria: es una tensión perpetua”, sostenía el autor de la novela “El extranjero”. “Quien olvida, permite; quien permite se deja arrastrar”.

Justicia simbólica fue quitar el nombre de Diaz Ordaz de la línea del metro que él inauguró, consideró por esos días el novelista sinaloense Juan José Rodriguez, pero también se trata de un revisionismo similar al de la URSS cuando se borró a Trotsky de todos los sitios oficiales y luego le pasó a Stalin y al final se terminó con el borrachín de Yeltsin.

Es por eso que el autor de “El gran invento del siglo XX” escribió desde su soleado Mazatlán, en un rincón de Olas altas: “El líder estudiantil que estaba hablando esa noche del 2 de octubre de 1968 y fue maniatado y encarcelado fue Florencio Lopez Osuna, tío directo de mi mujer, quien murió en los años 90 en situación sospechosa, luego de que el diario “The New York Times” sacó su foto inédita, semidesnudo junto a un halcón: esa sola foto era una evidencia, ya que él aparece vapuleado al lado un hombre con un solo guante en la mano, muy tranquilo el represor. Mis suegros y él pasaron momentos muy difíciles. Pero a mi hijo le salvaron la vida en el excelente hospital infantil Gustavo Díaz Ordaz de Guadalajara hace cinco años. Una reconstrucción craneal completa después de largas horas de cirugía. Mi hijo tiene mucho de mí, pero a veces bajo cierta luz y cuando se pone pensativo, veo en él el rostro del líder sinaloense Florencio López Osuna. Ni perdón ni olvido, yo de acuerdo más que nadie. Pero lo mejor para el país, la sociedad y su memoria, será siempre una verdadera justicia sin adjetivos. La justicia simbólica correrá siempre el riesgo de ser pasajera y acabar en solo eso”.

El retiro de las placas con el nombre de Díaz Ordaz no representan un juicio histórico porque el verdadero responsable de aquellos hechos sigue libre. Juan Veledíaz, en su libro “Jinetes de Tlatelolco”, reconstruye cómo se vivió al interior del Ejército, liderado por Marcelino García Barragán, la conspiración de Luis Echeverría Álvarez para matar a los estudiantes de Tlatelolco.

Es por ello que el crítico literario Christopher Domínguez Michael, en el artículo “Regalo envenenado”, publicado precisamente el pasado 12 de octubre, revaloró estos hechos y consideró que no sólo las víctimas del 2 de octubre y sus descendientes, sino las del 10 de junio, están en su derecho de pedir se retire también de las calles el nombre de Luis Echeverría Alvares.

¿Por qué? El autor de la biografía de Fray Servando y del libro de ensayos “Tiros en el concierto” lo sintetiza de la siguiente manera: “El problema es que el nuevo gobierno federal, como el de la Ciudad de México, parecer ser cripto o mega echeverristas —ya lo veremos— y habrían de renunciar a ese endiosado linaje anterior a la época neoliberal que aborrence, midiendo con la misma manera a ambos gobernantes. Echeverría —se olvida— fue sometido a arresto domiciliario en 2006 sospechoso de genocidio aun cuando fue exonerado. Es un misterio qué pasará. Pero el tema de la memoria histórica, y judicialización al gusto del gobernante en turno, apasiona a los historiadores y preocupa a los gobiernos democráticos”.

Los memoriosos, esos incómodos, no le tienen miedo al fardo de nuestra historia nacional, con tantos sucesos y personajes de valía que hay en todos hechos que han conformado este país llamado México. Al contrario, sean historiadores, periodistas, maestros, ciudadanos, ellos avalan las palabras de Albert Camus: “Quien olvida, permite; quien permite se deja arrastrar”.

Hace poco Mara Lezama, alcaldesa de Cancún, propuso cambiarle el nombre al municipio de Benito Juárez. No era propuesta nueva la suya porque ya se había intentado hacerlo en la administración que gobernó del 2008 al 2011. Pero ese error político quedó resuelto cuando el jueves 11 de octubre Andrés Manuel López Obrador, en el Parque de las Palapas, coreó tres veces el nombre de Benito Juárez.

Aquella tarde, el fardo de la historia cayó tres veces sobre Lezama, a quien urge que le regalen la novela que sobre el prócer oaxaqueño escribió el escritor regiomontano Eduardo Antonio Parra porque allí está la razón por la que los fundadores de Cancún decidieron usar el nombre del Benemérito de las Américas para una ciudad de trazo masónico, con no pocas células masónicas activas, influyentes y, afortunadamente, memoriosas.

Todos o casi todos, festejaron los 70 años de Carlos Salinas

 

Carlos Salinas es una de las figuras más emblemáticas de la historia contemporánea de México. Su sexenio marcado por los magnicidios, el Tratado de Libre Comercio, la guerrilla y la crisis lo ubican como un político siempre envuelto en la polémica y el desazón. Durante 20 años él encarna al político más odiado por los mexicanos. Su apellido es símbolo de la corrupción y el desprestigio. Priista, siempre priista, su partido nunca lo quiso expulsar.
Durante su sexenio corrió mucha sangre, no solo la de Colosio y Ruiz Massieu. La de los indígenas en Aguas Blancas, en Chenalhó, la de los líderes sociales del Sol Azteca, cerca de 600 militantes fueron asesinados mientras él, presidente de México, acuñaba esa frase para la historia: “no los veía ni los oía”.
Don Julio Scherer cuenta una anécdota: “El escritor Carlos Fuentes una de tantas veces habló brevemente de Carlos Salinas. El escritor cuenta que el expresidente, iniciado 1994, fue quien contuvo al Ejército en Chiapas por el recuerdo del 68. Dijo el escritor que dijo Salinas: ‘No quiero pasar a la historia con las manos machadas de sangre’. Y Julio Scherer cuenta que al oír eso: ‘Sentí que una idea se abría paso: Salinas pretendió situarse en el extremos opuesto del victimarios de Tlatelolco”.

70 años de Salinas

En su casa ubicada al sur de la ciudad de México se dieron cita todos los amigos del expresidente. La fiesta sería a lo grande, el gobernador sinaloense Quirino Ordaz Coppel, agasajó a todos los concurrentes con platillos de mariscos al estilo de su tierra. Los mandó a traer de la marisquería mazatleca “El Cuchupetas”. Así los asistentes disfrutaron de langostinos, camarones, pescado zarandeado, callo de hacha y los famosos tacos “gobernador”.
Ahí estuvieron puntuales, por supuesto, su hermano Raúl Salinas, libre de toda culpa y millonario a quien alguna vez se le conoció como “Míster 10 per cent”, Emilio Gamboa, Manlio Fabio Beltrones, Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Territorial, el senador Carlos Romero Deschamps, dirigente del sindicato de Pemex; Virgilio Andrade, extitular de la Secretaría de la Función Pública; y el titular de la Secretaría de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida.
También Diego Fernández de Cevallos y Francisco Gómez Mont, y Manuel Granados, presidente del PRD que ungió a José Luis Chanito Toledo como “la esperanza de Cancún”.

Luis María Aguilar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acompañado de sus colegas los ministros Jorge María Pardo y Eduardo Medina Mora, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Alberto Pérez Dayán.
No podía faltar Claudia Ruiz Masssieu, el secretario de Hacienda, José Antonio González; de Salud, José Narro; de Turismo, Enrique de la Madrid; de Economía, Ildefonso Guajardo, y el recién estrenado secretario de Agricultura, Baltazar Hinojosa.
Quien tenía un lugar reservado fue Carlos Romero Dechamps, acompañado de los directores de Pemex, Carlos Treviño, y del Infonavit, David Penchyna.
Estuvieron los exgobernadores Mariano González, de Tlaxcala, y Carlos Lozano de Aguascalientes junto con los gobernadores Alfredo del Mazo Maza, del Estado de México, Rolando Zapata Bello, de Yucatán, y Quirino Ordaz, de Sinaloa, entre otros.
Los leales tenían su mesa: José Carreño Carlón y Francisco Rojas.
Y los empresarios Olegario Vázquez, Juan Francisco Ealy Ortiz, Alonso Ancira de Altos Hornos, Juan González, de Maseca y Rogelio Zambrano, de Cemex.
El aspirante al Gobierno capitalino, Mikel Arriola fue uno de los que hicieron acto de presencia y por supuesto, Enrique Peña Nieto que llegó alrededor de las 11 de la noche.
Los periodistas Jorge Fernández Menéndez, Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín estuvieron compartiendo el pan y la sal también.

Los ausentes

Quien recibió invitación pero no pudo ir fue José Antonio Meade, pero envió a su secretaría particular Vanesa Rubio. Tampoco fueron Luis Videgaray, ni Emilio Azcárraga Jean, ni Ricardo Salinas Pliego, ni Carlos Slim. Tampoco fue Xóchilt Galvéz, por miedo a que usara su Periscope.

La historia de Cozumel que nunca será contada

 

Fabiola Cortés Miranda

COZUMEL, MX.- Este catorce de marzo se apagó la voz del hombre que guardaba en su memoria parte de la historia de Cozumel, a los 68 años de edad murió Romeo Villanueva Polanco. No sé si él hizo equipo conmigo o yo hice equipo con él, pero el resultado fue que juntos logramos documentar uno de los episodios de corrupción que llevó al ex gobernador Roberto Borge Angulo a la cárcel, y parte de la que, estoy segura, llevará a otro ex gobernador a prisión: a Félix González Canto. Además, como pocos, Romeo no tuvo temor de sentarse en el banquillo de la SEIDO y sostener su testimonio en el caso Borge.

Cierto día, recién habíamos empezado a develar públicamente la trama del ex Gobernador ahora preso en Morelos, Roberto Borge padre encontró a Romeo en la oficina del Registro Público de Cozumel, de donde salieron buena parte de los datos para imputar a Borge Angulo, allí, lo amenazó para que dejara el trabajo que hacíamos, pero ni eso lo apaciguó. Solo la sorpresiva muerte pudo detenerlo.

El día que conocí a Romeo terminé aturdida con su interminable charla, con su detallada conversación repleta de nombres, fechas y datos, que soltaba con precisión, de decenas de políticos, empresarios, visitantes distinguidos y lugares de Cozumel. Al principio lo, confieso, creí que eran historias inventadas de un viejo con mucho tiempo libre, pero como sea, eran interesantes y lo escuché. Le preguntaba y repreguntaba buscando la manera de hacerlo caer en un error o en una contradicción, pero fallé en mi intento. A partir de allí nos convertimos en una peculiar pareja de “investigadores”, cada quien desde su trinchera. Crucé decenas de veces a Cozumel y él a Playa del Carmen para ponernos al día en los avances.

Romeo conocía de pe a pa Cozumel y su gente, en principio porque nació en la Isla, y en seguida porque parte de su vida la dedicó a la gestoría. Conocía la historia de las familias fundadoras de Cozumel, sus vínculos, sus amores, sus desencuentros, sus vicios y sus pasiones. Conoció de cerca la evolución de la extensa familia Joaquín, desde Don Nassim hasta los nietos, describía con precisión el árbol genealógico de los González, de los Rodríguez, de los Villanueva, de los Borge, de los Martín y de todos los linajes que fueron la base de la clase política de Quintana Roo. Esa historia sería parte de un libro que entre ambos escribiríamos, él como narrador y yo como quien le daría forma a esa narración. Pero el destino, la creencia de que siempre estaremos en este mundo o simplemente el dejar las cosas para un mejor momento, hizo que ese libro jamás se escribiera…

Romeo fue un publirrelacionista nato, era un animal social, tenía cientos de contactos en su teléfono celular que no dejaba de sonar y sonar todo el tiempo; su auto estaba siempre repleto de documentos de su trabajo como gestor y de lo que se volvió su gran pasatiempo: perseguir políticos corruptos; a pesar de ello, Romeo tenía una habilidad que no cualquiera tiene: podía comunicarse con el “malo” y con el “bueno”, y conseguir, quién sabe cómo o con ayuda de quién, datos y documentos. Entre sus amigos estaban personajes de los que personalmente no tengo muy buenas cosas que expresar, pero Romeo les fue fiel hasta el final, no se permitió ni una palabra ingrata hacia ellos, porque a los amigos no se les juzga, simplemente se les acepta.

Nuestra amistad nació de la euforia por pretender un poco de justicia para Quintana Roo, y pasada esa euforia, continuó con la serenidad y la fuerza de la amistad sincera. Aunque por mucho, me quedo en deuda con Romeo, porque hasta el último momento de su vida me dejó algo bueno, antes de irse me enseñó que el mañana es hoy, porque el mañana quizás no exista y los amigos hoy están pero mañana quién sabe. Ya descansa en paz Romeo.

(http://noticaribenews.blogspot.mx/2018/03/la-historia-de-cozumel-que-nunca-sera.html)

43 años en memoria histórica en el archivo general del Estado

Con acceso gratuito  se pueden consultar fotografías, documentos y libros que enmarcan la historia del Estado de Quintana Roo.

Chetumal.- El Archivo General del Estado resguarda, conserva y difunde documentos de gran valor histórico que son de acceso gratuito para la población, en este y otros temas relevantes para los quintanarroenses; como por ejemplo, las 3 propuestas preliminares de división municipal, en las que se contemplaban la creación de 9, 7 y 4 municipalidades, sin fechas de registro, pero probablemente realizadas entre 1972 y 1973.

Se cuenta con periódicos de circulación local, en la que podemos leer notas como la del 30 de septiembre de 1974 que titula: “Aprobó el Senado la conversión de Quintana roo y Baja California en Estados”, se concreta en el poder legislativo de la República Mexicana, el objetivo anhelado por los quintanarroenses desde décadas atrás.

Los ciudadanos pueden consultar el decreto del 8 de octubre de 1974, publicado en el Diario Oficial de la Federación, bajo el título “Decreto por el que se reforma el artículo 43 y demás relativos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, así como en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo.

En el Archivo General del Estado, contamos con el acervo histórico conformado, entre otros por estos documentos de carácter documental, hemerográfico, cartográfico y fotográfico, que se encuentran en espera de ser consultados por los investigadores, estudiantes y público en general. Con orgullo recordamos nuestra memoria histórica, que fortalece nuestra identidad compartida por generaciones. ¡Felicidades Quintana Roo!