Pechterceroaprimero

Lo mejor de Gongora su mercadotecnia y de Pech puede pasar de tercero a primero si AMLO le hace la campaña en esta elección de "matrimonio por divorcio".

 

Quintana Roo, pleito de matrimonio por divorcio
Cliserio E. Cedillo
Foto: Archivo LJM
La Jornada Maya

13 de abril, 2016

Calificada por propios y extraños como un “pleito de matrimonio por divorcio”, la contienda electoral que se libra en Quintana Roo es de pronóstico reservado: no se sabe quién ganará.

A diez días de iniciadas las campañas de cinco candidatos que participan, se puede hablar de fuertes y débiles, pero no de algún seguro triunfador.

No se trata de un proceso electoral sencillo, empezando porque los dos principales contrincantes, Mauricio Góngora Escalante, de la coalición PRI-PVEM-Panal y Carlos Manuel Joaquín González, de la alianza PAN-PRD son producto de una misma raíz partidista, lo que la hace una contienda entre priístas.

Pero, más allá del origen o filiación político-partidista de ambos candidatos, sabemos que para llegar finalmente a su registro, tuvieron que librar una feroz confrontación, no sólo a nivel de grupos, sino de intereses y simpatías inexplicables, como fue la insistencia desmedida del gobernador Roberto Borge para que el candidato fuera José Luis Chanito Toledo.

Es claro que esa insistencia y necedad del gobernador, culminó con la renuncia de Carlos Joaquín González al partido que le dio la oportunidad de ser presidente municipal de Solidaridad, diputado federal y subsecretario de Turismo, por designación del presidente Enrique Peña Nieto.

Con ese currículum, Carlos Joaquín rebasa, indudablemente, a sus cuatro contrincantes; pero eso no significa que tenga un triunfo asegurado, aunque su decisión de renunciar al Partido Revolucionario Institucional le ganó la simpatía, no solo de quienes se han sentido o se sienten marginados por ese instituto político, sino por todos aquellos que han sido afectados con las políticas públicas, sobre todo de carácter fiscal, que consideran erróneas, de los gobiernos estatales en los últimos 11 años; los de Félix González Canto y Roberto Borge Angulo.

Por lo que toca Mauricio Góngora Escalante, es innegable que cuenta con un menor currículum y personalidad, aunque destaca haber sido recaudador de rentas y Secretario de Hacienda del Gobierno del estado y, como se sabe, presidente municipal de Solidaridad. Como puntos a su favor en este inicio de campaña hay que reconocer que cuenta con un acertado equipo de asesores de imagen y mercadotecnia electoral.

Y es que los mismos contrincantes de Góngora Escalante, aceptan que los spots de este candidato en radio y televisión son mejores que los de Carlos Joaquín. Llega al sentimiento de los electores, pues afirma que inició como ellos, “desde cero y por ello es que todos somos Góngora”.

Por el contrario, los mensajes de Carlos Joaquín parecen un tanto pasivos, aunque en el fondo estén llenos de buenas intenciones y, sin duda, de factibilidad. En el caso de sus carteles, mantas y espectaculares, son criticables por sus colores grises que denotan una campaña opaca, mientras que los de Góngora son más coloridos, muestran rostros entusiastas y convencidos.

Desde luego que, en teoría, lo que determinará el triunfo de alguno de los dos candidatos, sin menospreciar a sus otros tres contrincantes, será la propuesta clara y factible. Sin embargo, la mercadotecnia política es fundamental; tanto, que ha llevado al triunfo a gobiernos populistas que la historia ha consignado como los peores.

No se debe olvidar que apenas ayer se cumplieron 10 días del inicio de la contienda electoral, donde se ha notado un mayor arrastre por parte de Carlos Joaquín, porque las gente llega sola a sus eventos, sin acarreo.

Por ejemplo, el jueves anterior por la tarde, en Chetumal, una caminata por el centro de la capital del estado “se convirtió en una marcha de casi tres mil personas”, según consigna su boletín oficial apoyado por las fotografías aéreas de un dron.

Hasta ahora, en estos primeros días de campaña, ambos candidatos se han mostrado receptivos y solidarios con las peticiones y demandas ciudadanas. Hay ausencia de mítines masivos. El contacto con la ciudadanía está siendo personal y la guerra se libra en los spots de radio y televisión con las observaciones que se señalan. “Se está empezando a calentar el ambiente”, dicen algunos de quienes participan en ambos equipos donde, claro, se van corrigiendo errores.

El tercero puede ser primero

En cuanto al doctor José Luis Pech Várguez, de Morena, inicia lentamente, con entusiasmo, con una clara ausencia de recursos y estructura partidista, una campaña que se distingue por la inteligencia del personaje, su discurso articulado, su bagaje académico y político, no ausente de críticas, pero que sin duda puede ser el fiel de la balanza o dar una sorpresa. Puede atraer los votos que serán necesarios para que cualquiera de los dos posibles favoritos, se desbalancee. Aunque existe la posibilidad de un crecimiento exponencial, si Andrés Manuel López Obrador tiene una presencia continua en la campaña, al frente de actos masivos, los que se le dan muy bien. Podría movilizar a grandes franjas de la sociedad y a jóvenes dudosos, que no votarán ni por el PRI, ni por el PAN, ni por el PRD.

El próximo lunes será la primera muestra de ese músculo, cuando AMLO visite Quintana Roo.

Los otros

Por lo que toca a los dos candidatos restantes, Alejandro Alvarado Muro, del Partido del Trabajo y Rogelio Márquez Valdivia, de Encuentro Social (PES) se ubican por debajo del tres por ciento de las intenciones del voto, según los primeros sondeos.

¿Y los problemas del estado?

Mientras esto sucede, la población de Quintana Roo sigue preguntándose: ¿Quién será capaz de garantizar soluciones a los grandes problemas del estado? Ya no es posible seguir soportando una inseguridad que aterra, como las 14 ejecuciones en los primeros tres meses del año, tan solo en Cancún, donde hay 34 colonias irregulares marginadas y carentes de todo, donde se vive con “el Jesús en la boca”, pues los asaltos son a cualquier hora del día.

Y la cuestión ecológica, ni se diga, con una autoridad ambiental, de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) que demuestra que actúa en defensa de los intereses de abusivos empresarios, como sucede en el municipio de Tulum, donde sólo coloca sellos de suspensión, pero continúan las obras y la devastación. El caso más patético de atentado a la ecología se tiene también en Cancún con Tajamar y en los más de cien mil habitantes sin drenaje que contaminan el subsuelo, pero que por tratarse de ejidos nadie hace nada.

Por si fuera poco, los candidatos al gobierno del estado deberán resolver la falta de empleo que afecta a por lo menos 29 mil personas, según dio a conocer en abril la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, aunque de seguro es muchísimo más, pues tan solo en la plaza de El Crucero, en Cancún, se reúnen diariamente hasta 500 desempleados, 15 mil al mes, con la esperanza de ser contratados.

Otro problema, de los muchos que deberán resolver los candidatos, son los altos costos de la corrupción que hacen que el 45 por ciento de los ingresos públicos por impuestos, derechos y servicios se queden en el camino. Cierto, Carlos Joaquín tiene razón, “quien tenga que pagar lo tendrá que hacer aún con cárcel y con apego a la Ley”.

Y ¿quién de estos candidatos llevará soluciones al miserable campo de Quintana Roo, agobiado por la pobreza, la inseguridad, con falta de acceso a servicios de salud y sin apoyos reales a la producción agrícola, entre otras muchas carencias?

Resulta ilógico que siendo Quintana Roo un estado privilegiado por su paisaje, selva, mar y sol, con más de 90 mil cuartos de hotel, que lo convierten en el mayor captador de divisas por concepto de turismo en el país, ahora por arriba de las ventas petroleras, sea uno de los cinco estados más endeudados de la república mexicana, con 22 mil 71 millones de pesos, según la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Es decir, cada habitante del estado tendría que pagar 14 mil 199 pesos para liquidar su carga financiera.

En este último caso, Carlos Joaquín públicamente se pregunta: “¿En que se invirtieron esos más de 22 mil millones? Muchos coincidirán con él: “No se ven”.

Cierto, el reto es muy difícil. No se sabe quién ganará: Mauricio Góngora o Carlos Joaquín. Será una dura batalla, sin precedente, en Quintana Roo.

Hay que decirlo: Góngora está obligado por el PRI a buscar el triunfo a como dé lugar o la cloaca se destapará. Carlos Joaquín es la esperanza del cambio, según el lema de su coalición: “UNE, una nueva esperanza”. ¿Será?

Los candidatos no deben perder de vista que la meta es, también, convencer a un electorado de un millón 65 mil 199 ciudadanos, y vencer el abstencionismo, pues se espera que vote menos del 55 por ciento de ciudadanos.

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