Al diablo con las instituciones

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Por Eduardo Macías Garrido

Alguna vez alguien dijo: “al diablo con las instituciones”. En esa ocasión sabía y seguramente hoy también que estas son el pilar de las democracias modernas, máxime que su existencia contribuye al proceso de consolidación de un país.

Las instituciones crean capacidades y competencias para actuar, empoderan y limitan a los actores políticos, crean orden. Claro, hay quien pueda no estar de acuerdo con este papel, ya sea por desconocimiento del gran daño que puede causar a la vida democrática de una nación, o bien porque desea concentrar el poder en forma absoluta.

En México, como en el resto del mundo, la confianza de las instituciones está estrechamente ligada a la cultura política.

En nuestro país pareciera que cuando las decisiones de una institución legalmente constituida y que en muchos casos han sido el resultado del esfuerzo y trabajo de mexicanos valientes que por décadas las han construido, les favorece, entonces son honestas, necesarias y valiosas.

Sin embargo, cuando esas mismas resoluciones no les son favorables, son corruptas, despreciables y hay por consiguiente que desaparecerlas.

Los acontecimientos de los últimos días cuyo protagonista ha sido el senador con licencia Félix Salgado Macedonio, son francamente reprochables, injustas, calumniosas y, sobre todo, dañinas para la democracia nacional.

No podemos permitirnos como país este tipo de actos porriles, gansteriles, sería como retroceder las manecillas del reloj. Hoy más que nunca tenemos que fortalecer nuestras instituciones, darles el valor que realmente tienen y sobre todo utilizarlas para lo que fueron creadas.

De igual manera no podemos permitir un poder absoluto, monárquico, las instituciones dan estabilidad y seguridad, así como protección frente al poder. Son uno de los ejes centrales a la hora de estudiar un régimen democrático.

Debemos erradicar de nuestros pensamientos fobias absurdas. Hay que aprender a distinguir a los hombres de las instituciones, estos pasan, pero estas últimas perduran. Hay quienes insisten en verlas como el centro de poder de un determinado grupo político, algo que a la larga termina corrompiendo la creencia en las mismas.

Las instituciones son y deben ser entendidas como herramientas autónomas del sistema, que poseen libertad a la hora de llevar a cabo su accionar, de tomar sus decisiones.

En un régimen democrático frágil, donde un gobierno se puede encontrar más cerca del autoritarismo, posiblemente controle todas y cada una de las instituciones del estado, esto como sabemos conduce a que a la larga no se pueda garantizar el sostenimiento de la democracia.

Por eso en nuestro país debemos seguir luchando por fortalecer a las instituciones, no debemos caer en la tentación de atacarlas cuando nos afectan sus resoluciones y alabarlas cuando son favorables.

Lo de Félix Salgado es una pena, pero hay que tomarlo de quien viene. Un personaje que no acepta por respuesta un no. Un individuo que se ha enfrentado a golpes con la policía de esta ciudad. Vaya, una persona que no respeta a nadie ni a nada.

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