Los protocolos y hábitos para prevenir contagios de Covid-19 cobran mayor relevancia con la reciente alerta de la Organización Mundial de la Salud sobre los efectos graves de la enfermedad a largo plazo, no sólo en pacientes que requirieron hospitalización sino también en casos leves.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, indicó que “es realmente preocupante el amplio espectro de síntomas que fluctúan con el tiempo, los cuales a menudo se superponen y pueden afectar cualquier sistema en el cuerpo”.
Estos síntomas van desde la fatiga, tos, caída de cabello o dificultad para respirar, hasta inflamación y lesión de los principales órganos, incluidos los pulmones y el corazón, e incluso efectos neurológicos y psicológicos.
Ocho de cada 10 pacientes que contrajeron la enfermedad presentaban al menos un síntoma persistente desde los 14 días hasta los 6 meses después de la infección, aunque algunos efectos podrían durar más. Esta fue la principal conclusión de un metaanálisis publicado por medRxiv en colaboración con la Universidad de Yale y el Cold Spring Harbor Laboratory.
En este trabajo se analizaron casi 19,000 estudios que destaparon 55 efectos persistentes después de la infección. Los datos fueron extraídos de los historiales de 47,910 personas de entre 17 y 87 años de Europa, Estados Unidos y Asia que participaron en 15 estudios que evaluaron síntomas o parámetros de laboratorio a largo plazo.
Un estudio previo en Wuhan (China) y publicado en The Lancet, mostró que 76 % de los pacientes que requirieron hospitalización informaron de al menos un síntoma 6 meses después, y la proporción fue mayor en las mujeres.
Los efectos de la Covid-19 a largo plazo más comúnmente identificados fueron fatiga (58 %), dolor de cabeza (44 %), trastorno por déficit de atención (27 %), caída del cabello (25 %), disnea (24 %) o anosmia (24 %).
Otros síntomas persistentes fueron pulmonares (tos, opresión torácica, disminución de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño, fibrosis pulmonar), cardiovasculares (arritmias, miocarditis), neurológicos o psiquiátricos (pérdida de memoria, depresión, ansiedad, trastornos del sueño). Durante el seguimiento, 34 % de los pacientes tuvo una radiografía de tórax anormal.
La pérdida del gusto u olfato es transitoria durante la fase aguda de la Covid-19, pero los registros indican que puede ser persistente en aproximadamente 20 % de los casos y durar hasta al menos 4 meses.
La neuroinvasión del SARS-CoV-2 puede afectar al cerebro y dejar secuelas a nivel neurológico. Además de la entrada directa del coronavirus en el sistema nervioso, ya sea por vía del olfato, o por su circulación por el sistema sanguíneo, existen otros problemas neurológicos que surgen por la inflamación e hipercoagulación que se produce en el desarrollo de esta enfermedad.
Por lo tanto, es urgente prevenir los contagios aún entre las personas que ya fueron vacunadas; quedarse en casa y si no es posible, evitar lugares concurridos, usar cubrebocas, mantener una distancia mínima de 1.5 metros frente a los demás, usar gel antibacterial y lavarse frecuentemente las manos.