OPINIÓN
Personas vulnerables ya están recibiendo la vacuna contra el COVID-19 y se espera que sean vacunados millones más durante los próximos meses. Hay esperanza, pero también debe haber paciencia y solidaridad.
La pandemia sin duda ha cambiado nuestras vidas y la forma de ver el mundo, y cuando parecía que todo cambiaría pronto, la realidad es que no es así, debemos aceptar que el COVID-19 estará entre nosotros durante largo tiempo.
El aplicar la vacuna es una tarea descomunal, además de que no es una solución milagrosa, necesitamos seguir con los cuidados recomendados, como usar cubrebocas, aunque López-Gatell siga diciendo que sirve para lo que sirve.
En febrero México tendrá a su disposición cerca de 6 millones de dosis de vacunas, anunció en días pasados el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Y para marzo se contará con el doble, es decir, 12 millones de dosis en total.
Sin embargo, aunque hay señales para ser optimistas, la realidad es que todavía falta mucho camino por recorrer. El hallazgo de la vacuna no pone fin a la crisis, es simplemente una esperanza con la que la gente se aferra para vivir con menos miedo y salir a la calle con tranquilidad.
No podemos caer en un exceso de optimismo que invite a relajar las medidas de prevención y control del virus que sí han demostrado eficacia para evitar su propagación, como la sana distancia, el uso de cubrebocas y el gel desinfectante.
No cabe la menor duda de que las vacunas representan uno de los grandes avances de la historia de la humanidad y la mejor forma de prevenir y reducir las enfermedades infecciosas. La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que se evitan de 2 a 3 millones de muertes al año.
Gracias a las vacunas se ha conseguido erradicar una enfermedad tan letal como la viruela y poner al borde de la extinción una dolencia tan temida y contagiosa como la poliomielitis.
Por ello, al oír la palabra vacuna, la gente piensa que será la solución para el COVID-19. Sin embargo, el poner en marcha la medida es más complejo de lo que se supone. Simplemente desde contar con el stock suficiente para toda la población.
Por si esto no fuera suficiente, la OMS ya advirtió que es importante llevar a cabo más análisis genéticos en todo el mundo para asegurar que se detecten las nuevas variantes del coronavirus.
De hecho, desde que se dio el primer aviso de los casos de neumonía en Wuhan, se han observado variantes en Reino Unido y Sudáfrica que parecen ser más infecciosas y que han provocado nuevas restricciones de viajes.
Por eso no debemos bajar la guardia, la gente está cansada de la pandemia, pero debemos seguir combatiéndola.
Las autoridades mexicanas ya deberían haber aprendido lo central que es la salud, tanto tiempo abandonada, por cierto, por eso se deberá invertir en la salud al ser una prioridad en el futuro, que nos lleve a una cobertura universal y nos lo tomemos en serio.
Tomemos en cuenta que no será la última pandemia y, tal vez, no sea la peor a la que nos enfrentemos. Tenemos que prepararnos por si ocurre una pandemia más grave en el futuro.
Lo que si ha quedado claro en esta pandemia, es la fragilidad del ser humano, el abandono en que se encuentra nuestro sistema de salud y la poca seriedad con que se ha abordado el tema por décadas.