Si bien para muchos el PRD no es precisamente un protagonista estelar del actual escenario político, la crisis que prevalece en la definición de sus candidatos a alcaldes, síndicos y regidores denota la deplorable operación política que se sigue en la 22 de Enero, respecto a sus partidos aliados y en todo el proceso electoral.
Este sábado, el Consejo Estatal del PRD debió de definir a sus candidatos a concejales, que participaron en “moloch” en la coalición Va por Quintana Roo y en frente común con el PAN.
En sus dos alianzas, el PRD tiene, en números conservadores, siete posiciones “ganables”, entre presidencias municipales sindicaturas y regidurías.
No obstante, este proceso de elección interna se pospuso, porque -para variar- no sólo no hubo acuerdos, sino que además una de las corrientes, Nueva Izquierda -la que está “pegada” con la “22 de Enero”- se fraccionó en tres pedazos.
Pero, vamos por partes.
Para “ganar” la elección interna se requiere las dos terceras partes de los votos, pero ninguna de dos principales corrientes, ADN y NI, logra reunir esta “amplia” mayoría.
La mayoría relativa la tiene ADN, pero no llega a las dos terceras partes, mientras que NI está aún más lejos.
En la primera ronda, NI pretendió darle solo dos posiciones a ADN, pese a que esta corriente tiene la mayoría simple, con que le debería de corresponderles tres o cuatro.
Y esta situación se complica, pues NI quedó dividido entre tres partes: la de del director de CAPA, Gerardo Mora; la del secretario general del partido, Rafael Esquivel Lemus, y la de Jesús Pool.
Los tres están hechos bolas pues uno alega que tiene el respaldo el Gobernador; otro que tiene la mayoría de los consejeros de NI y el más nuevo” que tiene conexión directa con los “Chuchos –Zambrano y Ortega– los líderes nacionales del partido.
Y en ese embrollo, nadie cede.
Aunque, como siempre, las apuesta es “ganar tiempo” para buscar un arreglo entre los corrientes.