Por Pedro Canché
Para consolidar su obra faraónica, el “tren maya”, al presidente Andrés Manuel López Obrador le urge alguien más allá de la capacidad del tabasqueño Javier May para negociar con los propietarios de los terrenos en Quintana Roo donde estarán las vías férreas. Y ya sabe quien es capaz y conoce cómo la palma de su mano los tramos en Quintana Roo y de qué pie cojean cada uno de los propietarios. Hace unos días estuvo sentado incluso con los pesos pesados de la hotelería en España junto con Mara Lezama, la gobernadora electa.
Por eso ha puesto el ojo en el gobernador Carlos Joaquín para endilgarle estas arduas negociaciones, es decir, consideraría darle la titularidad del Fondo Nacional de Turismo (Fonatur) para que vaya a la pelea por él y después, AMLO, llevarse todo el crédito. Nada tonto el presidente.
Los tramos 5 y 6 son los más complicados. En Bacalar no hay acuerdo sólido aún y en Felipe Carrillo Puerto y los ejidos anexos rechazan los miserables 40 pesos que López Obrador quiere darle a los mayas por metro cuadrado de sus tierras mientras que a su amigo Ricardo Salinas de Elektra le pagó en dólares el metro cuadrado por él aérea de Cancún. 163 hectáreas al ejido Felipe Carrillo Puerto quiere pagarlo en 65 millones de pesos y por la misma cantidad de hectáreas Fonatur pagó 70 millones de dólares (Proceso 10 de Marzo 2022) a su amigo de Banco Azteca para la estación del tren.
Ya AMLO expropió terrenos, más de un millón de metros cuadrados, a propietarios renuentes de la Riviera Maya. El paso del tren afectará terrenos desde ejidos hasta de particulares, hoteleros, caciques como Carlos Mimenza, cuyas hectáreas le fueron vendidas por el viejo ex terrateniente a quien la abogada Faviola Cortés defiende a ultranza y para apalancar su activismo quiere hacer pasar como víctima al hombre que habla muy bien el español y ha vendido la totalidad de sus 136 hectáreas a 9 compradores.
AMLO considera darle a Carlos Joaquín el puesto en Fonatur.
Y es muy complicado, además si el gobernador acepta Fonatur se convertiría en una especie de peón para los intereses de AMLO. Y AMLO es un tipo rencoroso, vengativo y malagradecido.
Por lo que es mejor ser el secretario de turismo o embajador en algún país para continuar su carrera política como lo quería su padre don Nassim y no andar pagando costos políticos ajenos.