Columna- Pagina 4

PRAGMATISMO ANTIÉTICO DEL MERCADO

PRAGMATISMO ANTIÉTICO DEL MERCADO
por Frei Betto
En las páginas iniciales del primer libro de la Biblia, el Génesis, sobresale el tema de la ética: en el centro del jardín del Edén había un árbol del bien y del mal. El árbol es el símbolo claro de que toda la organización de la vida humana debe ser planificada en torno a principios éticos.

Nacemos para la libertad. Si somos libres tenemos siempre ante los ojos un abanico de opciones. Podemos optar por la opresión o por la liberación, por la competitividad o por la solidaridad.

Cada una de nuestras opciones, tanto personales como sociales, se fundamenta en una raíz ética o antiética. Pues, como señala santo Tomás de Aquino, todos, sin excepción, estamos en busca del bien mayor, incluso cuando practicamos el mal. Y el bien mayor es la felicidad.

Pero la ética exige una respuesta de cada uno de nosotros: ¿busco mi felicidad, aunque sea a costa de la infelicidad ajena, o busco la felicidad de todos, aunque mi felicidad esté acompañada del sacrificio de la propia vida?

Sabemos que en el mundo capitalista, globocolonizado, el desarrollo, como bien analizó Marx, siempre ha significado mayor acumulación de riquezas en manos privadas. Nunca fue realizado en función de las necesidades reales de la mayoría de la población. Se trazan calles asfaltadas e iluminadas en lotificaciones de terrenos vacíos, destinados a ser condominios de lujo, mientras que las calles populosas de las periferias de las ciudades no merecen ningún tipo de inversión y en ellas proliferan grandes hoyos infectados de desechos humanos.

Quizás el ejemplo más significativo de la lógica perversa que rige el desarrollo capitalista sea el hecho extraordinario de que el ser humano, a un costo de US$60 mil millones, ha puesto sus pies en la luna, mientras que todavía no ha logrado poner nutrientes esenciales en el vientre de millones de niños de América Latina, África y Asia.

La razón instrumental de la modernidad fracasó por ceder al pragmatismo del mercado y distanciarse de valores como la ética. En el capitalismo cualquier sistema axiológico constituye un estorbo. La ética sólo existe como discurso para engañar a los ingenuos, parecido a las “manchas verdes” que configuran la propaganda de las grandes empresas devastadoras del medio ambiente. Es el caso de la Compañía Vale, en el Brasil, y la Samarco, vinculada a ella, que en noviembre del 2015, debido a la rotura de una represa, ocasionó el mayor desastre ecológico de la historia del país, envenenando el río Dulce, una de nuestras vías fluviales más importantes y causando un perjuicio tasado en no menos de US$ 5 mil millones.

El desarrollo, en el mundo capitalista, es antes un negocio que un programa de mejoramiento de la calidad de vida de la población. Vea, por ejemplo, la especulación inmobiliaria. Mientras una tercera parte de la población de Rio de Janeiro vive en favelas, o sea dos millones de personas, en la orilla del mar miles de casas y apartamentos permanecen cerrados casi todo el año, siendo utilizados sólo cuando las vacaciones de sus propietarios coinciden con el período de verano.

En el DNI del desarrollo capitalista hay un virus que parece invencible: la corrupción. El Brasil destaca hoy día, por desgracia, como país donde la corrupción contaminó lo mismo al gobierno que a nuestras mayores empresas, como Petrobras. Y recordemos que sucede algo parecido en numerosos países. La diferencia -meritoria para nuestro país- es que los gobiernos de Lula y de Dilma no movieron ni un dedo para impedir a la Policía Federal y al Ministerio Público denunciar e investigar a los corruptos y corruptores en el poder público y en la iniciativa privada, incluyendo presidentes de grandes empresas y a ministros del gobierno del Partido de los Trabajadores.

Toda la historia del desarrollo brasileño está marcada por la alianza entre corrupción e impunidad. Felizmente la Justicia promueve su divorcio, establece transparencia y favorece castigos y cárcel, proceso que, tristemente, está lejos de llegar a su fin.

Frei Betto es escritor, autor de “El desafío ético”, junto con Cristovam Buarque y Verissimo, entre otros libros.

Fuente: Cubadebate

LA MUERTE DE CHÁVEZ CUMPLIÓ LOS OBJETIVOS DE WASHINGTON

LA MUERTE DE CHÁVEZ CUMPLIÓ LOS OBJETIVOS DE WASHINGTON
por Eva Golinger
En la ceremonia de los Premios Oscar este año hubo muchos comentarios sobre la justicia social. La poca diversidad entre los nominados para estos prestigiosos premios del mundo del cine no fue ignorada, más bien fue discutida abiertamente por el moderador del evento, el comediante afro-estadounidense Chris Rock, y varios presentadores y ganadores. Los ganadores del mejor guión adaptado por la película “La Gran Estafa” también denunciaron los graves abusos del poder cometidos por los bancos, las corporaciones y los políticos que responden a intereses financieros. Haciendo referencia a la campaña presidencial en Estados Unidos, el guionista y también director de la película, Adam McKay declaró, “Ante todo, si no quieren que los bancos controlen al gobierno, no voten por candidatos que reciben dinero de grandes bancos y petroleras, o raros multimillonarios”.

El tema del abuso sexual estuvo muy presente en el show de los Oscars, primero a través de un discurso del Vice Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidiendo apoyo para una campaña en contra del asalto sexual en las universidades, (itsonus.org). Después, Biden introdujo a la artista Lady Gaga, quien cantó la canción “Till It Happens To You” del documental “The Hunting Ground”, sobre la violación sexual en las universidades, en una apasionada y poderosa presentación en vivo acompañada por jóvenes víctimas del abuso sexual. Y el gran ganador de Mejor Película, el filme “Spotlight”, fue sobre la investigación periodística que desenmascaró el escándalo del abuso sexual perpetrado por sacerdotes de la Iglesia Católica en Boston y el estado de Massachusetts, y luego a nivel mundial. Al recibir su premio, uno de los productores de la película, Michael Sugar, se dirigió al Vaticano, diciendo, “Papa Francisco, es hora de proteger a los niños”.

Hubo otros momentos en donde estuvo resaltado el pensamiento progresista de las estrellas de Hollywood y su esfuerzo para utilizar su medio para promover la justicia social. No obstante, las palabras sin acciones no cambian al mundo.

Este no es un texto sobre los Oscar ni es una crítica contra el Hollywood de los millonarios de izquierda que se lavan las manos contribuyendo con dinero a causas progresistas pero a la hora de actuar no dan la cara. Como sabrán por el título de este artículo, el tema es otro.

Solo hago mención de un discurso más de la ceremonia de los Oscars, el de Leonardo DiCaprio, quien por fin ganó el premio del Mejor Actor por su fuerte actuación en la película “El renacido”. DiCaprio es un conocido activista ecológico, pro-ambiente, y tiene su propia Fundación Leonardo DiCaprio que se dedica a la protección y defensa de la tierra, el eco-sistema y las comunidades indígenas a nivel mundial. En su muy esperado discurso casi finalizando la noche de gala de los Oscars, DiCaprio no dejó de mencionar su pasión por el ambiente. “El 2015 fue el año más caliente de la historia… el cambio climático es real, está pasando en este momento, es la amenaza más urgente contra nuestra especie y tenemos que trabajar de manera colectiva y dejar de aplazarlo”, dijo. Luego, el famoso actor declaró, “Necesitamos apoyar a líderes alrededor del mundo que no hablan en nombre de grandes corporaciones, pero quienes hablan por toda la humanidad, por los pueblos indígenas del mundo y por las miles de millones de personas que son más afectadas, por los hijos de nuestros hijos, y por aquellas personas cuyas voces han sido silenciadas por la política de la codicia”.

Sus palabras invocaron, para mi, la imagen de Hugo Chávez, un líder que nació de la humildad del pueblo, honesto y con compasión y amor por toda la humanidad, quien no le tembló la mano a la hora de enfrentar a los más poderosos y peligrosos intereses a nivel mundial. Un hombre que levantó su voz en apoyo a los pueblos del mundo en contra de la desigualdad, la explotación, el despilfarro, la injusticia social y las guerras injustas, desafiando siempre a las élites y las trasnacionales que buscaban silenciarlo.

El inmenso liderazgo de Chávez en Venezuela abrió el camino a otros grandes defensores de la humanidad y de la Madre Tierra, luchadores contra las injustas políticas del capitalismo que lograron, junto a sus pueblos, transformar a sus naciones con procesos democráticos y justos, como Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.

Chávez fue un ferviente defensor del planeta y de todos sus habitantes. En su famoso discurso en Copenhagen en la Cumbre del Cambio Climático de las Naciones Unidas en 2009, el líder venezolano hizo eco de las grandes protestas anti-globalización, “No cambiemos el clima ¡Cambiemos el sistema! Y en consecuencia comenzaremos a salvar el planeta. El capitalismo, el modelo de desarrollo destructivo está acabando con la vida, amenaza con acabar definitivamente con la especie humana”.

Chávez tenía claro la real amenaza que representaban los impactos ambientales y la causa de los mismos, “El cambio climático es sin duda el problema ambiental más devastador del presente siglo, inundaciones, sequías, tormentas severas, huracanes, deshielos, ascenso del nivel medio del mar, acidificación de los océanos y olas de calor, todo eso agudiza el impacto de las crisis globales que nos azotan…Hablemos de la causa, no evadamos responsabilidades, no evadamos la profundidad de este problema, la causa sin duda, vuelvo al tema de todo este desastroso panorama es el sistema metabólico destructivo del capital y su modelo encarnado: el capitalismo”.

Cito una última frase de su cargado discurso aquel diciembre del 2009 en el frío de Copenhagen, “Hasta cuándo, nos preguntamos desde Venezuela señor Presidente, señoras, señores, hasta cuándo vamos a permitir tales injusticias y desigualdades; hasta cuándo vamos a tolerar el actual orden económico internacional y los mecanismos de mercado vigente; hasta cuándo vamos a permitir que grandes epidemias como el VIH SIDA arrasen con poblaciones enteras; hasta cuándo vamos a permitir que los hambrientos no puedan alimentarse, ni alimentar a sus propios hijos; hasta cuándo vamos a permitir que sigan muriendo millones de niños por enfermedades curables; hasta cuándo vamos a permitir conflictos armados que masacran a millones de seres humanos inocentes, con el fin de apropiarse los poderosos de los recursos de otros pueblos. Cesen las agresiones y las guerras pedimos los pueblos del mundo a los imperios, a los que pretenden seguir dominando el mundo y explotándonos”.

A que un actor de Hollywood utiliza un minuto ante las cámaras para recordar la importancia de actuar para frenar el cambio climático – lo cual es respetable – no es lo mismo que un mandatario, quien de paso lidera el país con las más grandes reservas del petróleo del planeta, lo denuncia en un foro mundial. Un líder quien además ya había sido víctima de un golpe de estado promovido desde Washington y múltiples otros atentados contra su gobierno y su vida.

No fue solo por su discurso anti-capitalista, anti-imperialista y en pro a la humanidad que Hugo Chávez se convirtió en un blanco de poderosos intereses mundiales. Chávez actuaba para poner en práctica sus palabras, Chávez implementaba sus políticas, hacía realidad su visión. Retomó el control soberano de la industria petrolera de Venezuela, que aunque había sido nacionalizada en 1976 funcionaba como una empresa privada cuando él fue electo en 1998. Nacionalizó importantes empresas y sectores estratégicos que estaban en manos de trasnacionales, como la electricidad, la telefonía, y otros recursos naturales incluyendo las inmensas minas de oro y minerales que estaban siendo explotadas por corporaciones que causaban desastres ambientales y saqueaban la riqueza del país, dejando al pueblo en la pobreza y la miseria.

Las políticas de Chávez mostraban que sí se puede encontrar un balance entre las necesidades sociales y la prosperidad económica. En sus años como presidente creó un gran sistema público para garantizar la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la alimentación, y a la vez, creció la economía, reapareció la clase media y expandió las relaciones internacionales con grandes socios comerciales como China y Rusia que aportaban tecnologías y productos importantes para el desarrollo del país. Venezuela estaba en un buen camino, a pesar de las amenazas permanentes que buscaban socavar y desestabilizar al gobierno, hasta que, de manera muy inesperada, Chávez falleció.

Este 5 de marzo serán tres años desde la muerte de Hugo Chávez y ya Venezuela, y la región, es otra. En Argentina la derecha retomó el poder y el Presidente Mauricio Macri ha pactado con las mismas instituciones financieras internacionales que forzaron su país a la bancarrota hace 15 años. En Bolivia, una sucia campaña de la oposición financiada con millones de dólares de agencias estadounidenses logró impedir la posible reelección de Evo Morales en 2019, aunque las políticas del primer presidente indígena de ese país andino lo han mejorado de manera innegable en todos los ámbitos. En Ecuador, fuertes protestas respaldadas con financiamiento y asesoría externa frenaron la posibilidad de un nuevo mandato del muy popular y exitoso Presidente Rafael Correa. Y en Venezuela, una grave crisis económica, altos niveles de corrupción y descontento social, y una oposición re-potenciada y apoyada desde el exterior, amenazan con destruir la Revolución Bolivariana y el legado de Chávez. Todo lo que intentó lograr Washington durante la gestión de Hugo Chávez, hoy, en su ausencia, se está cumpliendo.

El cáncer de lo cual padeció Chávez fue inusualmente agresivo y sospechoso, y cada día salen más evidencias sobre la clara posibilidad de que Chávez fue asesinado. Solo saber que uno de sus edecanes más cercanos durante años, quien estuvo a solas con él y quien le llevaba su comida, su café, su agua, hoy es un testigo protegido en Estados Unidos. Las acciones ocultas de Leamsy Salazar y su íntima colaboración con las agencias de inteligencia de Washington pronto se darán a conocer.

Cuando Leonardo DiCaprio hizo su sorpresivo llamado para apoyar a los “líderes del mundo” que luchan por la humanidad, líderes que trabajan por sus pueblos y enfrentan las grandes trasnacionales y poderosos intereses, sentí alivio y a la vez tristeza. Por fin alguien con su plataforma masiva, que llega a miles de millones de personas alrededor del mundo de todos los sectores – sin importar su ideología política – jóvenes, adultos, todos. Por fin alguien con ese alcance reconoció la importancia de apoyar públicamente y masivamente a los presidentes que son del pueblo y luchan por el pueblo, líderes como Chávez, Evo, Correa, Maduro. Uno podría preguntarse, ¿porqué no lo dijo antes? ¿Porqué no manifestó su apoyo a esos liderazgos que han sufrido golpes y atentados contra sus gobiernos y sus vidas – acciones promovidas desde su país, Estados Unidos – justamente por sus posturas y acciones que desafían a la élite mundial? Bueno, de igual manera es importante hacerlo ahora. Nunca es tarde para unirse a la lucha por un mundo más justo.

Martin Luther King Jr. declaró una vez, “Un hombre no mide su altura en los momentos de confort, sino en los de dificultad y controversia”. Irónicamente, esa frase también fue citada durante un discurso en los Premios Oscar.

En Estados Unidos, una campaña presidencial en marcha está por definirse entre un loco racista billonario y la candidata de Wall Street y el Complejo Militar Industrial. En América Latina, de nuevo la agenda neoliberal intenta imponerse sobre la justicia social. Chávez ya no está, lo más probable es que fue asesinado, y ahora intentan asesinar su memoria, su legado. Una memoria que es nuestra, un legado que es de la humanidad. Puede ser que Washington cumplió su objetivo con la desaparición física de Hugo Chávez, pero no hay que entregar el bastón.

En momentos difíciles como estos es cuando hay que estar firmes y unidos, con la cara en alta, luchando para seguir adelante.

Fuente: RT

TRUMP, UN FASCISTA EN RUTA A LA CASA BLANCA

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TRUMP, UN FASCISTA EN RUTA A LA CASA BLANCA
por Ángel Guerra Cabrera
La rotunda victoria de Donald Trump en el llamado supermartes de las elecciones primarias en Estados Unidos, lo colocan ya como muy probable candidato a la presidencia por el Partido Republicano, como vaticinan las encuestas. Faltan meses de aquí a noviembre pero, si no ocurre un imprevisto, no se ve otro personaje en el campo republicano que pueda hacerle frente con posibilidades de éxito.

En todo caso, Ted Cruz y Marcos Rubio, sus contrincantes en la contienda interna, no están lejos de las posturas extremistas de derecha del multimillonario, pues también se pronuncian en contra de los musulmanes y los migrantes, a favor de las políticas más belicistas, de la guerra comercial contra China, además de que, con marcado énfasis se oponen ferozmente a cualquier entendimiento con Cuba, Venezuela y los demás países de la ALBA.

Podrá Rubio, un político surgido de y estrechamente ligado a la desprestigiada y corrupta industria anticastrista, atemperar algo sus palabras para complacer a la cúpula del establishment republicano, pero sus actitudes políticas son parecidas a las de Trump. Por no hablar del fanatismo religioso y patriotero de Ted Cruz. Pero ninguno de los dos exhibe el fuelle creciente de Trump y Rubio se ve tan desinflado que algunos han hablado de la posibilidad de que pierda Florida, su base política.

En la mayor democracia del mundo, que diariamente nos desnuda el corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, David Brooks, sigue vivo el racismo como en los tiempos de la Guerra de Secesión. Más de cincuenta años después de las grandes luchas por los derechos civiles y el supuesto fin de la segregación racial, parte considerable de la población negra vive en guetos y está sometida a un deterioro considerable de sus condiciones educativas, laborales y sociales. Negros y latinos constituyen el 39 por ciento de la población carcelaria. No es un dato menor en este análisis que Estados Unidos posea la mayor cifra de encarcelados en el mundo, 2.2 millones de personas, y que se hable ya de “complejo industrial carcelario”; es decir, la privatización del sistema penal, con ganancias de 170 mil millones de dólares al año.

El viejo y acendrado racismo de grandes sectores de la población blanca en el sur, el medio oeste y, en menor medida, en todo el país, y el mito del excepcionalismo estadounidense han creado el clima propicio para que las clases obrera y medias de origen anglosajón, blancas e ignorantes, golpeadas por el desempleo y cuyos ingresos han caído significativamente con las políticas neoliberales, sean receptivas a discursos como el de Trump, que echan la culpa al “otro” de todos sus males.

No es de menor importancia en el humor actual de esos sectores, el individualismo y la ideología de sálvese el que pueda fomentada deliberadamente por el sistema educativo y los grandes complejos mediáticos desde la presidencia de Ronald Reagan.

También abonan a ese estado de ánimo revanchista, como el de la Italia de los veintes y la Alemania de los treintas, los descalabros militares de Washington y su crisis de hegemonía ante la emergencia de potencias nucleares y económicas como Rusia, India y China, esta última cómodamente la segunda economía del mundo. “Devolver a Estados Unidos su grandeza”, es el lema de Trump.

Ello tal vez pueda explicar que en un estado de rancia reputación liberal como Massachusetts, haya conquistado la mitad de los votos pese al inaudito desprecio con que ha llegado a calificar a los mexicanos de “corruptos, delincuentes y violadores” y, a su proyecto favorito, consistente en construir un muro de 1600 kilómetros entre su país y el vecino del sur, que según sus palabras “México lo va a pagar”.

En el campo demócrata, después del supermartes la también multimillonaria Hillary Clinton se perfila como la favorita, aunque su rival Bernie Sanders continúa colectando el voto juvenil y logró asignarse cuatro estados, por lo que tomando en cuenta el carácter popular y activista de su campaña -en constante ascenso político y de fondos- puede asegurarse que continuará en la pelea.

A partir de ahora se ve venir una guerra sucia contra Clinton en la que Trump utilizará el tema de los correos electrónicos de la ex secretaria de Estado, que investiga la FBI y podría hacerle mucho daño, pero la ex primera dama no se cruzará de brazos y quién sabe si algún ominoso asunto del magnate inmobiliario salga a flote y lo disminuya. Ojalá. Solo imaginar a Trump dueño del botón nuclear es una pesadilla.

Ángel Guerra Cabrera es periodista cubano residente en México y columnista del diario La Jornada.
Fuente: La Jornada