Sanjuanamartinez

Informar no es un delito;solidaridad con Sanjuana Martínez agredida por el perredista Jesus Ortega

Bajo el lema “informar no es un delito”, periodistas y defensores de la libertad de expresión se solidarizaron con la periodista Sanjuana Martínez porque, dijeron, su caso compete al derecho de libertad de expresión y al derecho a la información de toda la ciudadanía.image

Sergio Méndez Silva, de Pro Persona, informó que esta organización presentó una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal por no iniciar una investigación sobre el proceso judicial contra la columnista de SInEmbargo y sobre el expediente perdido.

Para que tenga peso esta acción, que también exige medidas de reparación, Pro Persona recabará firmas masivas.

“El acto de censura que está sufriendo por denunciar a cómplices de lugares de explotación sexual a mujeres no sólo afecta a Sanjuana, sino a todos como lectores”, expuso Méndez Silva.

Sanjuana Martínez, después de agradecer el apoyo, afirmó que el ex dirigente del PRD, Jesús Ortega, tiene derecho de denunciar, “pero no tiene derecho a violar el aparato de justicia para conseguir de manera sucia una sentencia”.

La periodista declaró hoy, Día Mundial de la Libertad de Expresión, que en los últimos días ha recibido mensajes amenazantes, por lo que hace responsables a Ortega, al PRD y a la Senadora Angélica de la Peña por lo que pueda pasarle a ella y su familia.

El periodista Pedro Canché -encerrado por nueve meses por el gobierno de Borges en Quintana Roo- aseguró que “las balas no duelen a los periodistas asesinados, nos duelen a nosotros”.

Sobre todo, dijo, cuando hay campañas mediáticas que satanizan estos asesinatos impulsados por las líneas afines al gobierno.

“La tortura duele, pero duele más la indiferencia de los colegas ante casos como el de Sanjuana”, añadió.

Canché pidió no darle alas ni voz al sistema porque al final el ataque es a la sociedad.

Ana Ruelas, de Artículo 19, pidió derogar las normas que amenazan a la libertad de expresión. Entre ellas se encuentra el delito contra el honor por el cual Ortega demandó a Sanjuana Martínez.

“La libertad de expresión se va restringiendo”, afirmó Ruelas, quien citó el informe publicado este día “Sin prensa no hay democracia”, el cual revela que en los tres primeros meses de 2016 hubo 69 agresiones contra la prensa.

Jorge Fernández Negrete, de Amedi, añadió que el periodista es esencial para la democracia al aportar diversidad informativa a la sociedad. agencia Sin Embargo.

Durante los tres primeros meses de este año, Artículo 19 ha registrado 69 agresiones contra la prensa mexicana, de las cuales 33 fueron por parte de funcionarios públicos y se han concentrado en Veracruz, Guerrero y la Ciudad de México. En este periodo tres periodistas fueron asesinados. Las condiciones para que los periodistas y comunicadores ejerzan su labor no han mejorado, al contrario, cada vez son más precarias, concluye el informe trimestral “Sin prensa no hay democracia”. El primer asesinato de un periodista este año ocurrió apenas durante los primeros 21 días de 2016.

13120653_10154098940734820_1768407202_o

Ciudad de México, 3 de mayo (SinEmbargo).– México está inmerso en un panorama adverso e impune para la labor periodística, lo cual expone el nivel democrático del país. En los primeros tres meses de este año se documentaron 69 agresiones contra la prensa, de las cuales destacan los asesinatos de tres periodistas, reporta hoy Artículo 19 en su primer informe trimestral de 2016 “Sin prensa no hay democracia”.
Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la organización internacional informa que en este periodo las entidades con mayor número de agresiones fueron Veracruz, con 17; Guerrero, con 11; y Ciudad de México, con 9. Durante todo el año pasado también registraron la mayoría de ataques a la prensa.

“Cuando se agrede a la prensa se vulneran los derechos de los ciudadanos a la libre expresión y a la información, y termina por desestimar la labor de los periodistas en la sociedad. Sin embargo, el Estado es omiso y negligente en su obligación por brindar justicia, verdad y reparación del daño en los casos de violencia contra la prensa. La impunidad que prevalece en el país es un aliciente para la repetición constante de estos actos. Las condiciones para que los periodistas y comunicadores ejerzan su labor, no ha mejorado, al contrario cada vez son más precarias”, acusa Artículo 19.
Lucía Vergara, de Artículo 19, dijo a SinEmbargo que la impunidad también es parte de una agresión. “Cuando matan o amenazan a periodistas y no se investiga, se da un llamado a los agresores a que sigan cometiendo acciones contra los periodistas”, expuso.

De las 69 agresiones, 33 de los casos los responsables fueron funcionarios. De estos, 12 involucran a elementos del Ejército o Fuerzas federales.

“Las autoridades niegan responsabilidad y no existe iniciativa por abrir investigaciones en contra de ningún servidor público. Esto impide el acceso a la justicia y verdad para las víctimas”, denuncia el informe.
Vergara declaró en entrevista que es preocupante que las autoridades, en vez de investigar, desprestigien o desacrediten a los periodistas.

En la imagen, una sesión del Club de Periodistas de México A. C. a favor de la libertad de expresión. Foto: Francisco Cañedo.
En la imagen, una sesión del Club de Periodistas de México A. C. a favor de la libertad de expresión. Foto: Francisco Cañedo.

De enero a marzo, se tiene el registro de 15 amenazas; un ataque contra un medio de comunicación; 19 ataques físicos o materiales; 12 casos de hostigamiento y acoso, ocho actos de intimidación; seis privaciones ilegales de la libertad y cinco casos de violencia institucional.

Por tipo de medio, los medios digitales son los de mayor registro de agresiones, con 27; seguidos de los medios impresos, con 14; las agencias de información, con nueve; la televisión, con siete; y la radio, con seis.

Asimismo, se registraron seis agresiones contra periodistas independientes o freelance.

Del total de agresiones, 44 se dirigieron a hombres, 19 a mujeres y seis a medios de comunicación o colectivos.

Los periodistas de regiones del país donde mayor índice de agresiones se registra han encontrado en la autocensura una medida efectiva de protección. Sin garantías para realizar su trabajo, afirma el informe, la prensa ha cedido libertad en favor de su seguridad.

El silencio lacera más cuando la impunidad prevalece en la mayoría de los casos de agresiones. Aun así, en Veracruz, Ciudad de México, Puebla y Chihuahua, por ejemplo, los periodistas crearon redes para la autoprotección y para levantar la voz, destaca el reporte de este día.
En 2015 Artículo 19 documentó 397, en comparación con 326 en 2014. Además, durante la actual administración federal (del 1 de diciembre de 2012 al 31 de marzo de 2016) se han registrado mil 142 agresiones.

De 2000 a la fecha, la organización ha registrado 93 asesinatos de periodistas y los últimos 20 han sido durante el Gobierno actual del Presidente Enrique Peña Nieto.

PERIODISTAS ASESINADOS

articulo19-1T

Durante los primeros 21 días de 2016 se reportó el primer periodista asesinado. En febrero Anabel Flores Salazar, de El Sol de Orizaba, y Moisés Dagdug Lutzow, de la estación “La Grande de Tabasco”, se unieron a la lista.

Artículo 19 agregó al informe el asesinato de Francisco Pacheco Beltrán, de Foro de Taxco, Guerrero, el pasado 25 de abril.

La obligación de investigar los asesinatos contra periodistas es de la Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE). Sin embargo, denuncia Artículo 19, ha eludido su responsabilidad de investigar los delitos que atentan contra la libertad de expresión.

Esta instancia de la Procuraduría General de la República (PGR) argumenta que las fiscalías locales son las que deben comprobar el nexo de la labor periodística para determinar la atracción de los casos.

Marco Hernández Bautista, corresponsal de Noticias Voz e Imagen de Oaxaca, fue atacado con un arma de fuego. Hasta ese día de enero él cubría el contexto local electoral y su impacto en los grupos de poder.

Siguió la reportera de El Sol de Orizaba Anabel Flores Salazar. Ella, quien investigaba sobre desapariciones forzadas en Veracruz, fue privada de la libertad, torturada y asesinada por sujetos que vestían prendas de tipo militar la madrugada del 8 de febrero de 2016. Su cuerpo fue encontrado en el municipio de Tehuacán, Puebla.

Las autoridades criminalizaron a la periodista al declarar que se investigaba su vínculo con integrantes del crimen organizado, por lo que descartaron la debida investigación basada en su labor.

En el interior de su domicilio en Villahermosa, Tabasco, Moisés Dagdug Lutzow, conductor de la estación XEVX “La grande de Tabasco” y del canal local de televisión TVX, fue asesinado con un arma punzocortante el 20 de febrero.

Dagdug Lutzow, quien había recibido amenazas, difundía temas críticos de la administración estatal del Gobernador Arturo Núñez Jiménez.

Promo-prensa

AGRESIONES CONTRA MUJERES PERIODISTAS

En el primer trimestre del año Artículo 19 documentó 19 agresiones contra mujeres periodistas, de las cuales al menos siete se dieron con componente de género.

Cuatro casos con clave de género se registraron en las redes sociales: dos actos de acoso y hostigamiento sexual, una amenaza de daño sexual y una amenaza de muerte.

La periodista Gloria Ruiz García, de Ciudad Acuña, Coahuila, fue acosada sexualmente y amenazada de muerte por redes sociales. Pero las autoridades federales y estatales intentaron desechar el caso al decir que no se consumó el delito, además buscaron una conciliación con el agresor, el líder de una organización política de la entidad.

AGRESIONES EN INTERNET

El 2015 fue el año más violento contra la prensa mexicana desde 2009, de acuerdo con Artículo 19. Foto: Cuartoscuro.
A los ataques a periodistas a través de Internet se les da poca importancia, según el informe. Foto: Cuartoscuro.

Los periodistas críticos se enfrentan a un contexto donde las leyes locales y federales permiten el uso de malware para el espionaje y la retención de metadatos y datos personales. De enero a marzo ocurrieron 15 agresiones en la red: seis amenazas por medio de redes sociales; ocho casos de hostigamiento y acoso, también por medio de redes sociales, y un ataque cibernético a un medio de comunicación.

Las autoridades, evidencia el informe, descartan los hechos o les dan poca importancia, argumentando que no hay delitos consumados por lo que en su mayoría la investigación es infructuosa.

Sin embargo, este tipo de agresiones también suelen causar estragos psicológicos en las víctimas al no saber con qué agresor se enfrentan, así como el nivel de riesgo en el que se encuentran.

ATAQUES CONTRA RADIOS

Durante los tres primeros meses del año, hubo seis agresiones contra estaciones de radio en el país, entre ellas, el asesinato del locutor Moisés Dagdug Lutzow, en Tabasco.

En este periodo se registraron tres agresiones contra radios comunitarias, que representan una herramienta para la denuncia y exigencia de derechos, y al mismo tiempo para difundir en un espacio propio su identidad cultural.

El Estado realiza operativos desproporcionados donde policías federales, y en algunos casos elementos del Ejército, agreden y detienen a quienes trabajan en las estaciones, denuncia Artículo 19.
La actuación del Gobierno federal en el tema de medios comunitarios e indígenas se reduce a la persecución de quienes los operan.

El 10 de febrero, Martha Izquierdo –locutora y directora de la radio comunitaria Bianii Luu Nezaa, en Ixtepec, Oaxaca– fue amenazada por un grupo de hombres a bordo de un automóvil Nissan color blanco.

El medio da cobertura y apoya las denuncias de los pobladores sobre malos tratos en instituciones públicas, particularmente de salud. Su trabajo ha generado tensión con autoridades de los municipios Santiago Laollaga y Guevea de Humboldt.

El 19 de marzo, alrededor de 60 agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) irrumpieron con violencia en las instalaciones de cuatro estaciones de radio: La Perla de la Mixteca 96.5, Radical Stereo 98.3, La Máxima 107.9 y La Tlaxiaqueña –estas dos últimas radios comunitarias–, para decomisar sus equipos de transmisión y otros dispositivos de trabajo.

63 PERIODISTAS MURIERON EN 2015: RSF Y AI

Profesionales de la comunicación y otras personas que expresan sus ideas a través de los medios de comunicación tradicionales y en el ámbito digital sufrieron persecución, amenazas, encarcelamiento, secuestros, tortura e incluso fueron asesinados el año pasado. Reporteros Sin Fronteras (RSF) y Amnistía Internacional (AI) recuerdan hoy que en 2015 murieron 63 periodistas por causas relacionadas con el ejercicio de su profesión y otros 40 profesionales fueron asesinados sin que se conozca aún el motivo de su muerte.

A estas cifras se suman las muertes de 19 periodistas ciudadanos y seis colaboradores de medios, así como los 54 periodistas que se encuentran secuestrados en el mundo por organizaciones terroristas o criminales.

Ambas organizaciones han alertado que existen cuatro “puntos calientes” donde la libertad de prensa está cada vez más restringida, entre ellos, México.

“Durante 2015 continuaron las amenazas, el acoso y los homicidios contra periodistas y defensores y defensoras de derechos humanos en México. A pesar de la existencia del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, aprobado en 2012, la falta de recursos y coordinación provocó que no se ofreciera la protección adecuada”, denuncian en un comunicado.
Aunque el 90 por ciento de las peticiones de protección en virtud del Mecanismo fueron aceptadas, persistió la impunidad por amenazas y agresiones.

De acuerdo con datos de RSF, ocho periodistas fueron asesinados en 2015 -en cinco casos aún se desconoce la razón de su muerte-. En lo que va de 2016, ya han sido asesinados cinco periodistas.

El comunicado de este martes expone que el periodista maya Pedro Canché fue puesto en libertad, en junio, tras pasar nueve meses encarcelado en espera de juicio por cargos infundados de sabotaje, presentados contra él como represalia por ejercer pacíficamente su derecho a la libertad de expresión en Quintana Roo.

El reportero gráfico Rubén Espinosa Becerril, la activista Nadia Vera Pérez y tres mujeres más aparecieron sin vida en un apartamento de Ciudad de México, en julio. Tanto Rubén Espinosa como Nadia Vera habían abandonado el estado de Veracruz meses antes a causa de amenazas de muerte.

Además, otros periodistas continuaron sufriendo el hostigamiento de las autoridades y algunos de ellos huyeron de sus lugares de residencia o abandonaron su trabajo por temor a las represalias.

Egipto, con 24 periodistas encarcelados durante 2015 y uno de los países donde más se ha restringido el derecho a la libertad de información, también figura entre los “puntos calientes”.

Durante el año pasado se enjuició a varios periodistas que trabajaban para medios informativos críticos con las autoridades egipcias o vinculados con grupos de oposición por divulgar “noticias falsas”, entre otros cargos penales de motivación política.

Turquía fue el país europeo que más periodistas encarceló en 2015, y numerosos profesionales y medios de comunicación críticos fueron objeto de una fortísima presión.

En Rusia, el control directo del Estado sigue siendo el mayor obstáculo para la libertad de prensa y durante 2015 RSF denuncia que la política editorial de la mayoría de los medios de comunicación reprodujo fielmente las opiniones oficiales sobre sucesos clave del ámbito nacional e internacional.

Reporteros Sin Fronteras y Amnistía Internacional exigen el fin del acoso y el hostigamiento hacia periodistas, estudiantes, escritores, artistas, manifestantes o cualquier persona que busque expresar públicamente sus ideas.

Otro pasito de Sanjuana Martínez para derrotar a Chucho Ortega

 

Ciudad de México. El juzgado octavo de distrito en materia civil suspendió este martes, de manera provisional la sentencia emitida por el juzgado 69 en materia civil de la Ciudad de México que condena a la periodista Sanjuana Martínez al pago de una indemnización a favor de Jesús Ortega, ex presidente nacional del PRD, quien la acusa de haberle causado un daño moral con la publicación de una nota periodística que lo vinculó a un caso de explotación sexual.

El juzgado federal, también en materia civil fijó para el próximo 3 de mayo a las 09:05 la audiencia incidental a partir de la cual determinará si concede a Martínez una suspensión definitiva.

Esta suspensión no significa que la comunicadora haya ganado el amparo, aunque sí detiene de manera provisional los efectos de la sentencia judicial del fuero común que la condenó a indemnizar al perredista y hacer una serie de aclaraciones públicas sobre la información que destapó la colaboradora de este diario.

Sanjuana Martínez alega que se violaron en su perjuicio varios artículos de la Constitución entre ellos el 1, 14 y 16, fundamentalmente lo relativo al debido proceso, ya que alega no haber sido notificada del juicio civil del que resultó condenada por no haber comparecido en tiempo y forma.

Sanjuana Martínez ante la embestida de Chuco el Loco

Por Sanjuana Martínez abril 25, 2016 – 12:04 AM •
En este procedimiento, el Señor Jesús Ortega, no tiene la última palabra. Vamos a luchar. No podemos permitir que se siente este precedente. Nos afecta a todos. Con el “triunfo” del Señor Ortega queda un peligroso e inaceptable precedente para la libertad de expresión. Publicar el contenido de una investigación judicial no debe ser considerado un delito. La batalla acaba de empezar y es por todos. Foto: Cuartoscuro
En este procedimiento, el Señor Jesús Ortega, no tiene la última palabra. Vamos a luchar. No podemos permitir que se siente este precedente. Nos afecta a todos. Con el “triunfo” del Señor Ortega queda un peligroso e inaceptable precedente para la libertad de expresión. La batalla acaba de empezar y es por todos. Foto: Cuartoscuro

Mi madre dice que quise ser periodista desde que tenía seis años: “A esa edad empezaste a entrevistar a cada persona que llegaba a casa”. Ante ese destino manifiesto, antes de entrar a la universidad, le pregunté por qué la vocación se me echó encima, tan definidamente, tan pronto.

Me miró obviando la respuesta: “Porque tienes una curiosidad infinita y porque te gusta ayudar a la gente”. Mi padre, un hombre que vivió indignado la cobertura oficiosa de la matanza de Tlatelolco y el asesinato de Manuel Buendía, sembró la duda: “Mejor estudia otra cosa, mi hijita, en México, a los buenos periodistas se los chingan”, dijo al más puro estilo norteño.

PUBLICIDAD

inRead invented by Teads
El mandato paterno se me quedó clavado en el alma, cuestionando mi orientación vocacional. Para entonces, leía y coleccionaba cada semana, la revista Proceso fundada por Julio Scherer y devoraba diariamente todos los periódicos que podía. La escritura llegó muy pronto a mi vida y se quedó, incluso hay algunos poemas, novelas y cuentos por allí guardados.

Intenté anular mi pasión por el periodismo. Me sometí durante varios días a los exámenes de admisión de la Facultad de Psicología en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Los resultados fueron contundentes: “Le gusta la psicología, pero todo indica, que usted prefiere la información. Le sugiero que se inscriba en la Facultad de Ciencias de la Comunicación y estudie la carrera de periodismo”, me dijo la maestra encargada de aplicar los tests.

Sentí un alivio. Mi padre, esperando que yo desistiera, se negó a apoyar económicamente semejante decisión. Y empecé a trabajar como secretaria en una compañía de seguros para costearme mis estudios, un empleo bien remunerado, que luego abandoné, cuando cursaba el cuarto semestre de la especialidad de periodismo, para entrar a trabajar de meritoria y sin percepción salarial, al Diario de Monterrey.

Tenía 20 años, y el jefe de información me mandó a la sección de cultura y sociales. Las mujeres generalmente no cubrían la sección política. Estuve cubriendo artistas y algunas exposiciones de pintura. Mi objetivo era escribir en la sección de locales. Me apasionaba la cobertura política: “Deme una fuente”, le decía todos los días al Sr. José de la Luz, jefe de información. Unos meses después me dijo: “La ciudad es suya”. Sorprendida, lo cuestioné: “¿Qué clase de fuente es esa?”. Con cierto hartazgo contestó: “La acabo de inventar para que me deje de fregar. La ciudad es suya, tráigame notas de la ciudad”.

Me sentí confundida. En parte, había conseguido lo que quería, pero no sabía por donde empezar en una ciudad como Monterrey. Empecé a patear la capital industrial y sus injusticias cotidianas. Fue así como llegué a los movimientos sociales: las manifestaciones de los obreros por el cierre de la Fundidora Monterrey, la huelga de las enfermeras de la Sección 50 de Maestros, las marchas por los desaparecidos de Doña Rosario Ibarra de Piedra…

Me comprometí. Las causas de los más vulnerables no me eran ajenas. A los dos años me gradué y obtuve el título de licenciatura en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Periodismo y con una tesis titulada: “Medios masivos: instrumentos de campañas políticas”, sobre las elecciones de 1988 y la “caída” del sistema.

Mi querido maestro de periodismo, José Luis Esquivel, fue presidente de los sinodales y me anunció el resultado: “Ha obtenido Matricula de Honor. A partir de ahora, tiene una misión: regirse por la ética, y servir a los que no tienen voz. Nunca olvide el significado de esta profesión, ser Periodista, es ser defensor de la verdad y la justicia. Estoy seguro que cumplirá”.

Durante más de 30 años, esa máxima ha sido mi guía en la vida. Como periodista, he recordado ese compromiso primigenio al cobijo de la convicción que me ha dado mi vocación, literalmente a prueba de balas. Bendita vocación. No ha sido fácil, porque decidí ejercer mi profesión en uno de los países más peligrosos.

Muy pronto, le di la razón a mi padre. Me adentré en el nauseabundo mundo de la corrupción institucional, investigué las cloacas del sistema político, descubrí las redes de malversación de caudales públicos y claro, tuve que pagar el precio por ello.

Tenía 23 años cuando las primeras llamadas llegaron a mi casa. Mi madre se asustó al principio: “Dígale a su hija que deje de investigar o la matamos”. Optamos por cambiar el número telefónico, descolgarlo, suspender el servicio… Luego, llegaron los coches raros con hombres estacionados frente a la casa, el espionaje, los seguimientos, los allanamientos, el acecho… Eran tiempos difíciles y estaba afectando a mi familia. Decidí dejar el país. Me despedí de mis padres: “Solo son dos años”.

Me fui con una mochila a estudiar un doctorado en periodismo político a la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Trabajé de obrera para sostener mis estudios. Luego, obtuve algunas becas, la mejor y la última, del Instituto de Cooperación Iberoamericano de España.

Me convertí en corresponsal de la revista Proceso y me quedé 20 años en Europa y Estados Unidos. Volví a México hace ocho años. Y muy pronto, volví a sentir ese fétido aliento del hostigamiento. El escándalo por los abusos sexuales del clero católico se extendió luego de que mis reportajes en torno a la protección del Cardenal Norberto Rivera a los curas pederastas, provocaron la apertura de los juicios en su contra por “conspiración a la pederastia”.

“Mi hijita, llevas unos meses aquí, y ya la armasté bien y bonito. ¿No pudiste estar quietecita un ratito?… ¡Piensa en tus hijos!”, me dijo mi madre preocupada cuando arreciaron nuevamente las amenazas, la persecución, los zarpazos del poder queriendo acallar la verdad.

Durante estos años, nuevamente le he dado la razón a mi padre sobre el ejercicio del periodismo en México. Hace tres años sufrí un encarcelamiento ilegal dictado por una jueza corrupta que violó la secrecía del albergue para mujeres maltratadas de Alternativas Pacíficas y secuestró a su directora. Mis reportajes la exhibieron y ella aprovechó mi divorcio para detenerme por una “falta administrativa” sin derecho a la fianza de mil pesos.

Mientras publicaba la investigación de los hornos crematorios del ejército en torno a la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, allanaron mi casa. Me dejaron un mensaje típico de inteligencia militar: defecaron en medio de mi habitación y manosearon mi ropa interior regándola por el piso. Lo denuncié, pero no lo hice público, creyendo que no pasaba nada.

Pocos días después, el 24 de diciembre del 2014, en plena preparación de la cena navideña, la Procuraduría General de la República (PGR) me “invitó” a comparecer por un supuesto “falso testimonio”. Me incomunicó y me retuvo varias horas, hasta que la presión social en las redes surtió efecto y pude pasar la Nochebuena con mi familia.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) me otorgó medidas cautelares que consisten en la vigilancia esporádica de mi domicilio. Me negué a tener escolta, a convertir mi casa en un búnker, a someterme al confinamiento, a callar la voz.

El acoso de los poderosos no ha cesado. Conozco el fétido aliento de la podredumbre del sistema ya agotado, he sentido el miedo, el desasosiego por la seguridad de los que amo. Pero esta es mi opción de vida y con mi familia, hemos aprendido a vivir así, pensando que es el precio que tenemos que pagar quienes queremos un cambio para México, creyendo firmemente que nuestro país merece una clase política guiada por el compromiso de servir, la decencia y el honor.

El honor. ¿Y qué es el honor?, según el Diccionario de la Real Academia Española es la “cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se las granjea”.

En diciembre del 2013 publiqué en este mismo medio, una columna titulada “Consumidores de sexo comercial” y un reportaje “Infierno en el Cadillac: sexo poder y lágrimas”. Ambos textos incluyen el contenido del expediente judicial de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (PJDF) en videos, sobre el caso de trata de mujeres con fines de explotación sexual en varios giros negros propiedad de Alejandro Iglesias Rebollo.

Las víctimas, denunciaron que políticos y funcionarios públicos eran asiduos visitantes del tabledance Cadillac, en el que no sólo las obligaban a todos los caprichos sexuales imaginables, sino que las tatuaban, las golpeaban, las mutilaban e incluso hay testimonios de asesinatos. Una de ellas, en un video grabado por la PGJDF, identificaba como cliente a Jesús Ortega, ex presidente de la Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Ortega ejerció debidamente su derecho de réplica. Y anunció una demanda en mi contra. La interpuso el 6 de diciembre de 2013 en el poder judicial de Nuevo León, ya que la ley en el Distrito Federal es más garantista en términos de libertad de expresión y hubiera sido rechazada.

La demanda, contiene cientos de copias de los mensajes y comentarios que el Señor Ortega recibe en las redes sociales, en especial en Twitter, muchos de los cuáles, son ciertamente negativos y me acusa de dañar su honor y prestigio, de propiciar ese descrédito y mala fama, a partir de la publicación de mi artículo y reportaje.

“La demandada me ha causado daño moral, dañando mi prestigio y mi carrera, menoscabando mi seguridad e integridad física, afectando en mis sentimientos, afectos, creencias, decoro, honor, reputación, vida privada, y la consideración que los demás tienen en mi persona… en los que la demandada, sin ninguna base de veracidad, me hace las imputaciones difamantes, degradantes y calumniosas…”.

Esas “imputaciones” las hizo una víctima que fue rescatada y entrevistada y videograbada por la PGJDF y el Señor Ortega se le olvidó señalar en su demanda, el hecho que él, es una figura pública y ha sufrido un desprestigio no a raíz de mis reportajes, sino desde antes, particularmente por su cuestionada actividad política.

Desde un principio la organización civil, Artículo 19 se hizo cargo de mi defensa y contestamos debidamente la demanda, resaltando la improcedencia de la misma. La demanda, en opinión de mis abogados, está mal hecha y es un delirio, sin fundamento. Me tranquilizaron, diciéndome que su destino sería seguramente ser desechada por el juez.

Para mis abogados, afincados en la Ciudad de México, era difícil defender mi caso, así que decidieron solicitar el traslado. A los pocos meses de intensa búsqueda, nos dijeron que el expediente se había “perdido”. Solicitamos la ayuda de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal quien abrió un expediente al caso y efectivamente confirmó que el expediente no aparecía por ningún lado y que era muy difícil estar rastreando día con día los 73 juzgados de primera instancia, los 26 de cuantía menor y los 20 de proceso oral civil.

En 2015 finalmente el expediente fue ubicado en el juzgado 69 a cargo de la jueza Martha Roselia Garibay Pérez, quién se declaró incompetente para resolver el caso y lo devolvió a Nuevo León. En ese ir y venir, el expediente nuevamente se “perdió”.

Mientras tanto, el Señor Ortega me mandó decir que me retractara y retiraba la demanda y que le diera los nombres de las víctimas. Me negué a ambas cosas. Las víctimas son las más vulnerables.

El pasado martes, empecé a recibir decenas de mensajes en Twitter, en una acción coordinada de bots, señalándome como una “difamador” e informando sobre un supuesto “triunfo” del Señor Ortega.

¿Triunfo? Pero si el Señor Ortega jugó solo en la cancha, sin más jugadores que él mismo, y metió gol sin portero. ¿Cuál triunfo? No se me notificó en tiempo y forma, no se me permitió defenderme, ni tuve derecho a un debido proceso, mucho menos a un juicio justo.

Mis abogados consideran necesaria la reposición del proceso, ni más ni menos. El derecho a estar en igualdad de circunstancias, aunque sabemos que él es un político con todo el poder en un partido que actualmente gobierna la Ciudad de México.

En este procedimiento, el Señor Ortega, no tiene la última palabra. Vamos a luchar. No podemos permitir que se siente este precedente. Nos afecta a todos. Con el “triunfo” del Señor Ortega queda un peligroso e inaceptable precedente para la libertad de expresión. Publicar el contenido de una investigación judicial no debe ser considerado un delito. La batalla acaba de empezar y es por todos.

En estos días, he recordado otra vez a mi padre, que en paz descanse, y le he dado la razón: “En México, a los buenos periodistas, se los chingan”. Es verdad.

Lástima que ya no lo tenga aquí a mi lado, para decirle con un abrazo prolongado y amoroso, que algunos de esos periodistas idealistas que aún creemos en un cambio para México, hemos decidido no dejarnos, no callarnos; aunque en ello, nos juguemos la vida.

www.websanjuanamartinez.com.mx

Twitter: @SanjuanaMtz

Facebook: Sanjuana Martinez