Por Pedro Canché
Cuando llegó el amarillamiento letal de la palma de coco en la década de los ochentas a Quintana Roo, el sargazo salvó a los cocoteros que vemos hoy en las playas del caribe desde Xamanha hasta Xcalak.
En una medida desesperada, los dueños de los terrenos costeros, los que vivían de la copra, cuando no existía el turismo, pusieron sargazo para salvar sus ranchos cuyos habitantes subsistíamos de la cosecha del coco seco que se vendía en Mérida, en la hidrogenadora de Yucatán, donde fabricaban aceite comestible y jabones.
Fue demasiado tarde para los grandes cocales, pero sin nada que perder pudimos salvar las palmeras colocado en derredor el sargazo con los ricos nutrientes marinos.
Al no haber coco ? de las palmeras emigramos a la ciudad más antigua de Quintana Roo, a Felipe Carrillo Puerto.
Pero el sargazo salvó muchas de estas plantaciones.
Se regala sargazo… aunque su salinidad seca rápidamente esta planta sus nutrientes subsisten y ayudan a las plantas de ornato aunque no sean de esta región.
De modo que tome sus sacos y vaya a la playa y tome el sargazo. La cantidad que quiera. Aproveche que ahora hay.
